domingo, 18 de octubre de 2009

El fútbol y la formación de valores

N de R. continuando con nuestra política de realizar un periodismo para la vida, para el amor y para la reconciliación, y de contribuir con la formación de valores, recogemos este artículo de Albeiro Caro Fernández publicado en el blog "CÁPSULAS DE FÚTBOL", del periodista Alfredo Carreño Suárez. Se titula: "el fútbol y la formación de valores".
El Fútbol y la formación de valores

por: Albeiro Caro Fernández

(tomado de: http://www.ecbloguer.com/capsulas/?p=17758 )

http://www.youtube.com/watch?v=DruJr5xlXLU

Preguntaba el Maestro Nicolás Buenaventura en un seminario pedagógico realizado en Bogotá a comienzos de 1994, por la opinión de los asistentes acerca de quién era el mejor demócrata de Colombia. Después de barajar varios nombres históricos del mundo de la política, la cultura y la dinámica social, el Maestro nos sorprendió con su propio concepto; nos dijo: “El mayor demócrata de Colombia es el Pibe Valderrama”. Luego de postularlo, sus argumentos no nos dejaron lugar a dudas al plantear palabra más, palabra menos, “antes que el Pibe realice un pase, ya está pensando en el otro; en el jugador mejor colocado, para dejarlo en posición de gol. El Pibe no trabaja para si mismo, si no para el equipo y esos son los demócratas que necesitamos en el país”.
En aquel Seminario, el Maestro nos llevó por el camino de la reflexión, a evocar momentos estelares de nuestra Selección, a recrear el escenario de una cancha de fútbol y la manera como se construyen mediante la cooperación, las jugadas exitosas, para traernos luego a la dinámica social, al mundo de la educación y la pedagogía y resaltar cómo, a través de todos estos espacios, se aporta al desarrollo de una sociedad. Entonces, todavía teníamos fresco el empate de Colombia 1 a 1 con Alemania en el Mundial de Italia 90; predominaba la euforia, en razón de la victoria 5 a 0 con Argentina, en un contexto de cómoda clasificación y no habían ocurrido los hechos de la eliminación en el Mundial de Estados Unidos en 1994, que se encadenaron con el vil asesinato de Andrés Escobar.
No obstante, después de esos hechos luctuosos, la figura del Pibe Capitán de Selección, siguió erguida ante nuestros ojos como ejemplo del trabajo en equipo y como referente de valores propicios para construir nuestra nación. A la par, nuestros jugadores se posicionaron en la sociedad y en el ámbito internacional como figuras importantes, emblemáticas, referentes a seguir y embajadores del país.Muchos han sido, posteriormente, los factores adversos que han ido en detrimento del hándicap de nuestro fútbol y de nuestra sociedad, con respecto a nuestros vecinos en el contexto internacional, con la relativa excepción de la clasificación al Mundial de Francia de 1998 y de la conquista de la Copa Libertadores por el Once Caldas en el 2004.
Al respecto, hemos visto a nuestro fútbol padecer de escándalos relacionados con la penetración del narcotráfico, de extradición de directivos de equipos profesionales, del control gubernamental de los mismos, a través de la Dirección Nacional de Estupefacientes, la inclusión en la Lista Clinton, la prisión o asesinato de directivos y jugadores, o la muerte de éstos o sus acompañantes, después de una noche de farra.
Al tiempo, han proliferado las descalificaciones mutuas, en un ambiente de desconfianza y desprestigio de directivos, técnicos y jugadores, donde predomina la visión mercantil del talento, la presión del grupo económico, la simulación del jugador y la mala preparación de los jueces, que se traduce en fallos injustos.El siglo XXI ha venido acompañado de violencia en las canchas, en las tribunas, en los barrios y aun en carreteras. A menudo, cunden los insultos entre hinchas rivales, a través de páginas de internet y blogs y no faltan las citas, por estos medios, para la realización de duelos mortales.Hemos avanzado en técnicas y tecnologías pero, en contraste, hemos involucionado en cultura y convivencia.
Mientras tanto, como sin querer darnos cuenta de la envergadura de la crisis, los debates se centran en la añoranza del Diez, conductor de equipo y lo hemos buscado infructuosamente en volantes hábiles, dúctiles con la pelota. Pero, el Pibe como la Selección que condujo, es irrepetible, al igual que los tiempos históricos.
Todavía está fresca la reciente eliminación del país al Mundial del 2010 en Suráfrica. Precisamente, es un momento oportuno para reflexionar acerca de la profundidad de la crisis de nuestro fútbol y construir nuevos caminos. Más que chivos expiatorios o evasión de responsabilidades, es necesaria la reflexión conjunta de los actores que conforman el circuito futbolístico (directivos, técnicos, jugadores, medios de comunicación, patrocinadores y aficionados), para construir nuevos caminos, con la clara consciencia que no todo lo pasado fue perfecto ni todo lo actual es incorrecto.
Pero la discusión no es solo técnica; también es de políticas y de cultura. La cuestión de la mentalidad y de la cultura es inherente al tema de la identidad de nuestro fútbol y esta es la otra cara de la medalla de la efectividad. Muy poco nos hemos preguntado por las cualidades humanas pertinentes, para lograr la cohesión de un nuevo circuito futbolístico, capaz de responderle a los desafíos que nos plantea el fútbol del siglo XXI.
Un pilar fundamental de la construcción de nuevas alternativas es el desarrollo del conjunto de valores éticos y morales. Los valores como referentes o pautas que orientan el comportamiento humano hacia la transformación social, son guías para la vida de cada individuo y grupo social. Pero, también están históricamente determinados, son más trascendentales o más importantes unos que otros.
En Colombia un valor social que debe trascender todos los espacios es el del respeto: por la vida, por la diversidad, por la convivencia pacífica y por las normas, en contraposición a la violencia que se expresa también en el fútbol, dentro de la tónica de ganar a toda costa y se apodera, también, de nuestra sociedad.Otro valor fundamental a desarrollar es el de la honestidad, como alternativa frente a la corrupción, al tráfico de influencias, a la trampa o a las presiones indebidas. Dice Eduardo Galeano en “Fútbol a Sol y Sombra” que “La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí”, para pasar a priorizar lo que es rentable.
Por este camino, se ha perdido la identidad renunciando a la alegría y se ha prohibido la libertad. He aquí dos valores fundamentales a redimensionar.Un aporte de Maturana, fue el de plantear a la Selección como la sinergia de virtudes regionales: La alegría costeña, la malicia valluna, la laboriosidad paisa. Allí ancló la identidad de su fútbol elegante. No obstante, después se ha encontrado que la fragilidad psicosocial ante la derrota es un común denominador muy fuerte, que lleva al pesimismo y nos pone al borde del suicidio.
Estamos, entonces, ante un desafío histórico que los jugadores no pueden resolver solos, aunque pueden ser grandes protagonistas: Ser capaces de remontar nuestros fracasos. Esto nos incumbe como sociedad que está llamada a forjar su propio futuro. En cuanto al futbolista, es necesario educarlo en el sentido de colaboración, integración, responsabilidad, solidaridad y resiliencia, entendida ésta como capacidad para superar la adversidad.
Con respecto a la libertad, volviendo a Eduardo Galeano, “Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad”.
Hay un desafío que los técnicos tienden a olvidar: la fundamentación técnica del niño y el joven con potencial, para fortalecer su autonomía y ejercicio deportivo mientras se divierte. Hoy el futbolista está preso en esquemas, libretos y tácticas que privilegian la fuerza y la velocidad. Pero, ¿cuántas veces una jugada ingeniosa ha llevado a la victoria?. Solo que para eso se necesita del valor de la flexibilidad, para que el jugador sea el protagonista y desempeñe un papel creativo en la cancha, en el contexto de un deporte colectivo. Eso fue lo que no vimos recientemente contra Chile. Cada jugador colombiano quiso resolver por si mismo, olvidándose del equipo, pero sin habilidad para crear porque se perdió la fundamentación.
Finalmente, la educación en la puntualidad, la sencillez, la disciplina para cuidar y limpiar el vestuario, la higiene personal y postural, así como la promoción de la capacidad de aprender a aprender y a emprender, son valores que deben desarrollarse desde la edad temprana.Decía Alberto Lleras Camargo que un problema de los colombianos consistía en que al obtener un ascenso, inmediatamente se centraban las expectativas en avanzar hacia el siguiente escalón, sin haber cumplido siquiera con los objetivos del trabajo encomendado. Tal vez, donde este problema se manifiesta con mayor evidencia es en el fútbol de hoy, donde el jugador pierde su concentración y baja su rendimiento, obnubilado por los sueños de pasar rápidamente a un gran plantel del exterior. ¿Cuántos han debido retornar prematuramente o quedan relegados a la suplencia en sus nuevos clubes?. Tanto en Europa como en América, son numerosos los casos de futbolistas colombianos en esta situación.
La cuestión está en afianzar un equilibrio adecuado entre capacidad de contribución y obtención de retribución, que permita desarrollar la carrera personal. Entonces, podrán aparecer en un nuevo contexto, nuevos jugadores que no trabajen para si mismos, “si no para el equipo” y sean los demócratas que necesitamos en el país, como dijera el Maestro Buenaventura. Esos jugadores, sus equipos, sus técnicos y directivos, formados en nuevos valores, serán quienes escriban en las canchas la nueva historia del fútbol colombiano.mientras tanto, cada uno de nosotros debemos identificar y ejercer el papel que nos corresponde para lograrlo, forjando una sociedad más pluralista, más respetuosa de la diferencia y totalmente refractaria a la violencia de cualquier naturaleza.[Albeiro Caro Fernández]

sábado, 10 de octubre de 2009

HISTORIAS A LA REDONDA en la Cumbre Mundial de Paz

Gracias a la invitación del Colectivo Xangó, un grupo interdisciplinario de jóvenes "pilosos" bogotanos, estuvimos en la Capital de la República, en la Cumbre Mundial de Paz, los días 1, 2, 3 y 4 de octubre.
En la Biblioteca Virgilio Barco, orientamos el Diálogo pacifista "Barristas no terroristas". El conversatorio giro en torno a la problemática de la violencia en el contexto del fútbol y las alternativas de solución. Surgieron grandes y buenas propuestas en beneficio de la sana convivencia, el respeto y especialmente la paz en el fútbol.
Además, participamos con nuestra campaña institucional "TARJETA ROJA a la violencia" en la Muestra audiovisual de Medios Alternativos por la paz. Nuestras piezas audiovisuales se rodaron en el Planetari Distrital los días de la Cumbre Mundial, organizada por Pacifistas sin Fronteras.El colectivo Xangó, conformado por dos sicólogos (Anita Ramírez y Javier Gustavo), 2 Filósofos (Carlos y Luisa Fernanda) y 2 comunicadores ( Rodrigo Vargas y Milena Galvis), es un grupo interdisciplinario de jóvenes de la UNAD-Bogota, que contribuyen a generar espacios de reflexión y realizan acciones en beneficio de la construcción de un mundo mejor para todos y para todas.