sábado, 7 de noviembre de 2015

El fútbol ¿un Panem et circenses o un opio de los pueblos?

https://www.youtube.com/watch?v=qB8d_59L3Co

El fútbol ¿Un Panem et circenses   o  un opio de los pueblos?

(Reflexión con motivo de los 30 años de la toma guerrillera al Palacio de Justicia de Colombia)

 



Pridem iam, ex quo suffragia Nulli uendimus, effudit curas; qui nam Dabat imperium olim, fasces, legiones, omnia, nunc se continet atque duas tantum res anxius OPTAT,  Panem et circenses.
Desde hace tiempo -exactamente desde que no hay tenemos un vendedor quien el voto-, Este pueblo ha perdido su Interés por la política, y si los antes concedían mandos, haces, legiones, en fin todo ahora deja hacer y solo desea con avidez dos Cosas :  Pan y juegos de circo
(Juvenal,  Sátiras  X, 77-81)
... 

 

Por: Roosevelt Castro B.

Desde hace ya un buen tiempo, el fútbol viene gozando de unos privilegios  que ningún otro deporte en el orbe haya tenido.

Insertado en el capitalismo salvaje, esta actividad recreativa se empezó a jugar en las élites inglesas enriquecidas con el sudor del fragor de la “Revolución Industrial”.

Los hijos de los grandes magnates británicos iniciaron su práctica en  las universidades londinenses, a la que accedían con facilidad a estos lujos de los deportes modernos.

Por eso no  es de extrañar  que los dueños del poder económico eran al mismo tiempo los dueños del balón.

Esa simbiosis del poder  económico unido al político le dio la posibilidad a que el fútbol naciera en esa noble cuna de muy  pocos, en los nacientes Estados Nacionales que emergían  después del golpe certero al absolutismo francés  a finales del siglo XVIII y que se fueron consolidando en las últimas décadas de la centuria decimonónica y principios del XX.

Por eso no podemos dejar de ocultar que el fútbol sirvió, de alguna manera, como una especie de  “pan y circo” y de “opio de los pueblos”  en ese paraestado llamado Fifa, nacido a mediados de la primera década del Siglo XX.

“Panem et circenses”: Juvenal

Es que lejos estaba imaginar el poeta latino Juvenal que el mensaje  “Pan y circo” de su décima sátira  se sintiera con más claridad casi 20 centurias después de su nacimiento  ocurrido en Circa.

El bardo latino espetó a sus congéneres con esta sentencia peyorativa. Él hace referencia a la práctica romana de proveer trigo gratis a los ciudadanos romanos así como costosas representaciones circenses y otras formas de entretenimiento como medio para ganar poder político a través del populismo. Julio César mandaba distribuir el trigo gratuitamente, o venderlo muy barato, a los más pobres, unos 200.000 beneficiarios. Tres siglos más tarde,  Aureliano continuaría la costumbre repartiendo a 300.000 personas dos  panes gratuitos por día.

Esta locución latina hizo carrera en Europa Occidental y posibilitó concienciar más a los pueblos cansados de los exabruptos a que han sido sometidos por centurias.

Así  fue como los  intelectuales españoles  acuñaron su famosa frase “Pan y toros”,  para mostrar satíricamente como el pueblo era “manipulado” para seguir siendo subyugado.

“Opio de los Pueblos”: Vargas Llosa

Paralelo a la aparición de la “Revolución Industrial” emergía en el Viejo Continente una insatisfacción por el pensamiento conservador de los pueblos, que no veían con buenos ojos los procesos ingleses de industrialización.

Acostumbrados  y muchos de ellos aferrados a los procesos agrarios que poco a poco fueron destruyendo los últimos rescoldos  feudales, que por centurias habían sido gobernados.

Por eso no es extraño que emergiera una figura como Karl Max, intentando detener ese poder avasallante que el capitalismo ya empezaba a mostrar en la Gran Bretaña.

El sociólogo y filosofo nacido el 5 de mayo de 1818 en Treneris, antiguo  Reino de Prusia ( hoy Alemania) soñaba con una sociedad igualitaria incluyendo la inglesa, pero no logró ver que sus tesis  se “materializaron” en el Rusia, casi tres décadas y media después de su muerte  ocurrida en Londres en 1883.

Una frase lapidaria marcó su destino. El esposo amoroso de Johanna Bertha Julie von Westphalen espetó: “La religión es el opio de los pueblos”.

Esta sentencia la retomaría años más tarde el nobel de literatura peruano Mario Vargas Llosa para referirse al fútbol.

Al igual que el alemán el escritor Inca señalaba que el balompié ejercía ese “poder de adormecimiento y somnolencia parla las masas”.  

Pan, circo y opio para el fútbol colombiano

Es que a este fenómeno deportivo mundial, nuestro país no se ha escapado.  Desde su incursión en las élites colombianas hasta su popularización por los procesos de modernización, el fútbol ha ido de la mano con estas dos premisas de Juvenal y de Vargas Llosa.

Uno de los casos más aberrantes fue el presentado en el Estadio El Campin de Bogotá, hoy hace 30 años. Un  6 de noviembre de 1985 se jugaba un  partido entre los oncenos de Millonarios y Unión Magdalena, en cumplimiento del octogonal final del balompié profesional cafetero.

Horas antes del inicio del partido, el Palacio de Justicia  había sido tomado por un contingente del M 19 que, con el patrocinio de narcotraficantes colombianos querían que se derogara el proceso de extradición,  irrumpieron  a sangre y fuego en la máxima sede de la justicia colombiana.

De inmediato, el amagaseño y máximo dignitario de los colombianos, Belisario Betancur Cuartas, da  una orden perentoria a su ministra de comunicaciones Nohemí Sanín: Hay que transmitir el partido de fútbol entre el cuadro bananero, orientado por el samario Eduardo Reta, y el onceno capitalino, dirigido por el argentino Eduardo Lujan Manera.

El choque futbolístico fue declarado de “interés general” por la presidencia y fue emitido por los dos canales de televisión estatales que existían en su momento.

Pan, circo y opio se conjugaron en esta jugada estratégica del gobernante de turno.

No valieron los nervios, sustos, indisposiciones de los jugadores y cuerpos técnicos de los equipos en contienda. Tampoco los llantos destemplados de familiares y amigos de los muertos en la toma.

El marcador final: 2-0 a favor de los orientados por el argentino Lujan Manera. Los goles de sus coterráneos Juan Carlos  “El Nene” Díaz y Juan Gilberto “El Búfalo”  Funes no sirvieron para alegrar las tristes caras de desazón y tristeza que tuvieron y todavía tienen los dolientes de tan ignominiosa masacre.

Este hecho marca un país  sin memoria que pide a gritos justicia, cuando este tipo de noticias vuelven a mencionarse y mostrarse a través del poder mediático que tienen  los canales privados.