miércoles, 30 de agosto de 2017

Con la ilusión aún viva!


Por: Jarvi Escobar
Harol Ospina Giraldo es uno de esos jóvenes talentosos del fútbol que uno puede encontrar en el Oriente antioqueño, es de esos “calidositos” como dice uno de sus compañeros del seleccionado que representó a Sonsón en la primera versión del torneo Sub 21 de fútbol Copa Gobernación de Antioquia – Prodepaz.
A sus casi 17 años cuenta con orgullo que estuvo entrenando por 15 días con el equipo de las divisiones menores del Envigado Fútbol Club, y lo puede decir así porque a pesar del tan poco tiempo en el que estuvo con el equipo paisa, no se retiró por falta de talento, sino por falta recursos económicos: “no me siento triste, por el contrario estoy contento porque ahí me di cuenta que si se puede”.
Todo comenzó con el equipo Forma Antioquia, con el cual obtuvo el subcampeonato de la Liga Antioqueña durante el 2009, este logro lo animó a presentarse a Envigado el año siguiente. Allí alcanzó a quedar seleccionado entre cinco jóvenes de más de trescientos que se presentaron a los entrenamientos, “cada día le iban diciendo a mucha gente que no volviera, en cambio a mí me felicitaban y me decían que me estaba yendo muy bien” cuenta Harol con gran entusiasmo. Entonces se quedaba un poco más de tiempo entrenando con el equipo base.
Se levantaba a las ocho de la mañana, preparaba el desayuno y arreglaba la casa de su tía en la cual se hospedó durante ese tiempo, para luego sobre las horas del medio día irse a entrenar desde Pedregal hasta Envigado, ya en horas de la tarde regresaba a lavar el uniforme el cuál secaba detrás de la nevera para al día siguiente cumplir con la misma rutina.
Al tercer día de entrenamiento se descompuso levemente una mano y se le inflamaron un par de dedos, pese al malestar siguió entrenando fuertemente porque además de que era una gran oportunidad, su desempeño era muy bueno, y siguió entrenando durante dos semanas, sin embargo los recursos económicos para costear los casi cuatro mil de pasajes diarios para su desplazamiento al entrenamiento, fueron escaseando; entonces solicitó al entrenador alguna ayuda para sus pasajes o para estudiar pero como aún no se permitía inscribirlo en el equipo base, entonces no podía acceder a las ayudas que ofrecía el equipo.
Su decisión fue entonces retornar a Sonsón a continuar con sus estudios, dado que a esas alturas ya estaba comenzando a perder clase, pues su prioridad siempre ha sido y aún ahora lo es, de por lo menos terminar el bachillerato, para posteriormente volver a buscar la oportunidad de presentarse nuevamente con el Envigado u otro equipo que le abra las puertas, para ese entonces espera contar con mejores recursos económicos y con más tranquilidad dado que no sentirá la presión porque tiene que estudiar.
Por ahora juega con la selección de Sonsón en diferentes torneos que se realizan a nivel municipal y departamental, y aunque tal vez se pudiera pensar en la desilusión de este sonsoneño por desaprovechar la oportunidad de actuar en un equipo con tanto reconocimiento, para él por el contrario es el aliciente para presentarse el próximo año, porque “si se puede” como diría Harol.

“Papá, le juro que cuando crezca voy a tomar venganza”



Al escuchar su historia, pareciera que en un momento de la vida de Jhon y su familia, el inmenso territorio del Oriente antioqueño se hubiera negado a brindarles un lugar donde acogerlos. John, cuyo nombre he cambiado a su solicitud, es uno de los participantes de la Copa Gobernación de Antioquia – Prodepaz que se disputa en Rionegro.

Viste la camiseta azul clara del representativo de Cocorná, sin embargo, y de no ser porque hace parte de los tantos desplazados por la violencia que se han presentado en nuestro país, en este torneo tal vez estuviera vistiendo la rojiblanca del equipo de Sonsón.

Su historia comenzó en La Danta (corregimiento de Sonsón) de allí, y en compañía de su familia, tuvieron que salir con lo que apenas tenían puesto, a causa de la presencia paramilitar que afectó a la zona en el 2004.

Recuerda que para la época, salía a cargar agua hasta un cerro donde tenía el campamento “esa gente”, luego de que pasadas las 9 de la mañana llegaban a buscarlo a él, a su hermano y a cuanto joven y “pelao” encontraban en las casas del corregimiento para que entonces fueron sus abastecedores del vital líquido.

Siempre lo hacían, excepto cuando su padre les negó el permiso para hacerlo, entonces su papá fue víctima del macabro castigo que los paramilitares incorporaron para quienes se negaban a sus peticiones: los metían a un hueco de aproximadamente tres metros de profundidad, en el que, además, había una boa, y entonces les tiraban agua todo el día.

En La Danta comenzó a correr el rumor de que se llevarían a todos los jóvenes para hacer parte de las filas de los paramilitares, ante esto, decidieron salir del corregimiento y llegaron a la vereda Pocitos de San Luis. Allí, nuevamente grupos armados los hicieron salir de la finca, entonces se trasladaron a vivir cerca a la Autopista Medellín – Bogotá en jurisdicción de este mismo municipio.

En su nueva casa la situación fue muy difícil, extendían costales y ponían la ropa para dormir sobre ella debido a que no tenían camas, así vivieron durante aproximadamente nueve meses hasta que hombres encapuchados de un momento a otro llegaron a donde vivían y nuevamente los hicieron vivir el martirio del desplazamiento.

Ante esto, un tío de John los invitó a Cocorná, pero tenían temor de aceptar porque este municipio también fue en su momento considerado como zona roja, sin embargo decidieron irse, allí les regalaron camas, colchones y ropa cuando algunas personas vecinas de su nuevo domicilio, se enteraron de los padecimientos de la familia.

El equipo de fútbol del que hoy hace parte desde el 2009, se convirtió en un gran apoyo desde el principio. Cuando el entrenador tuvo conocimiento de su historia le llevaba mercados a donde hoy vive, en una casa donde pagan arriendo, y además, el apoyo moral que ha recibido de sus compañeros se ha convertido también en un aliciente para salir adelante.

“Papá, le juro que cuando crezca voy a tomar venganza” decía John al ver el sufrimiento de su familia en la época en que vivieron el desplazamiento forzado, mientras su mamá lloraba al escucharlo; hoy, sentado en una de las graderías del Estadio Alberto Grisales de Rionegro, dice que el deporte y el colegio le han enseñado que ese sentimiento ya no vale la pena, porque eso “no trae nada bueno”.

Ahora sólo quiere terminar de estudiar, trabaja dos días a la semana alambrando en fincas con su papá y de esta manera se ayuda con los gastos del colegio y colabora con algo para su casa, colaboración que espera aumente después de que termine el bachillerato, entonces anhela encontrar un trabajo estable que le permita ayudarle a su papá a construir su propia casa para aprovechar que salieron favorecidos con un subsidio del Gobierno.

Ademas, dedica su tiempo a jugar fútbol, una de sus grandes pasiones, y a pesar de su timidez, ríe constantemente y “recocha” con sus compañeros del equipo sub 21 de Cocorná entre los cuales goza de una gran cariño y aceptación.

Tarjeta verde espera bendición Papal


La tarjeta verde recibe bendición del Arzobispo de Medellín, Monseñor Ricardo Tobón Restrepo. Ahora hace fila para ser bendecida por el Papa Francisco XVI, en su visita a la ciudad, para que se convierta en la embajadora del juego limpio en el mundo. Foto: Juan Guillermo Cano.


Por: Naty Gómez
Cuando apareció  la tarjeta verde en el exigente balompié italiano de la Segunda División, para la temporada 2015-2016,  un “efecto boomerang” ocurrió en Colombia.
Roosevelt Castro Bohórquez, un periodista deportivo y arbitro antioqueño, ya la había implementado en las canchas del balompié aficionado  paisa hacía tres décadas.
El árbitro revolucionario se había adelantado a su época y las buenas acciones de juego limpio ya eran reconocidas por este hombre, como otra de sus locas propuestas para la paz y la convivencia en el contexto del fútbol.
“Fue muy curioso que esta estrategia haya llegado a un balompié tan exigente como el de Italia a sabiendas que ya la había implementado con los niños del fútbol antioqueño.  También está en la Real Federación Andaluza de Fútbol, de España,  en la Copa Verde en Belem Do Pará, Brasil; en Chile y la ONG Fútbol Más; Además colectivos arbitrales de México, Francia, Japón, entre otros, también la han implementado en sus Torneos o Festivales infantiles de fútbol”, agrega el llamado “Árbitro de la Paz” y asociado a la ACORD y al CIPA.
Inicios
Inicialmente, en 1986,  Roosevelt empezó su trabajo formativo con los niños paisas enseñándoles las 17 reglas del fútbol. Diez años después continuó su trabajo pedagógico  con un arbitraje de fortalecimiento en valores repartiendo una laminita del Divino Niño, pero ante el variopinto paisaje espiritual optó por cambiarla por una tarjeta verde, completando la triada cromática de Ken Aston, inventor de las tarjetas en el fútbol, quien vio en el semáforo ese código universal para detener la violencia.
Otros gestos de paz
 “De Colombia salió por estos procesos de globalización  en las comunicaciones dados por la internet.  Aquí en Medellín nació de esa fusión de ese arbitraje didáctico y de fortalecimiento en valores que le he comentado. También se ha nutrido de una serie de estrategias de paz y convivencia, en el contexto del fútbol, como haber sido el cocreador de una transmisión de fútbol profesional matizado con humor llamada “El Despelote Deportivo”. Igualmente, de participar en “La Mesa de Trabajo para el Juego Limpio en el Fútbol Aficionado de Antioquia”, en el 2004 o cono ponente en la “Cumbre Mundial de Paz” (2009) y el “Tercer Congreso Internacional de Comunicación Social Para la Paz” (2012),  organizadas por la ONG Pacifistas Sin Fronteras y la Universidad de Santo Tomás, respectivamente, en Bogotá”, comenta el creador de esta estrategia de paz y convivencia en el contexto del fútbol.
De igual forma, ha aportado sus vastos conocimientos en las “Mesas de Trabajo del Plan Decenal para la Comodidad, la Seguridad y la Convivencia en el Fútbol 2013-2023” o desde su rol como escritor y coautor del libro de historias de fútbol local “Jugando en Casa”, entre otros de los grandes aportes.
Del mismo modo, en la producción de espacios radiales como “El Preliminar…por humor al deporte” en el que se mezclaban humor, deporte y valores, que permitían bajar los niveles de agresividad y violencia de los oyentes, por las ondas del hertz de La Voz de la Raza, del Sistema Sonoro de Colombia.
Así mismo, espacios  televisivos como “La Pelotera Deportiva” e “Historias a la Redonda”, que se emitían por Cable Unión de Occidente  en Medellín. 
 “El primero era una mezcla de humor y deporte y el segundo era una apuesta al reconocimiento no mezquino de la gente que con el fútbol ayuda a construir un mundo mejor. Allí, a través la crónica, el reportaje o el perfil, mirábamos el fútbol desde lo humano, para reivindicar los grandes valores que encarnaban los personajes protagónicos o no de este deporte universal”, argumenta este tolimense nacido un 16 de abril de 1959. 
En el 2.012 se graduó como técnico de fútbol, de una capacitación brindada por casi tres años, en un convenio entre Indeportes Antioquia y la Liga Antioqueña de Fútbol. Con la  laureada monografía “El Reglamento del Fútbol y los Valores en el Desarrollo Psicosocial del Niño Futbolista en el Juego Limpio”, Roosevelt le dio el puntapié inicial, en cuanto a lo conceptual, de su propuesta axiológica.
La monografía fue una de las dos mejores de mi promoción y me alegró mucho”, comenta el comunicador social y periodista de la Universidad de Antioquia.
El boomerang
Ahora y después de 30 años regresó al país su tarjeta verde, para reivindicar a este hombre que es todo corazón.
En la actualidad la espera la bendición del Papa Francisco XVI,  en ese “efecto boomerang” de volver a sus orígenes esta iniciativa colombiana.
Ya enviamos mucha documentación  de la propuesta a la oficina de prensa y comunicaciones del Papa en El Vaticano. De igual forma, hemos enviado DVDs y recortes de prensa de esta iniciativa pionera en el mundo del fútbol hacia la Conferencia Episcopal Colombiana, CEC, en Bogotá, para esa anhelada y soñada bendición Papal. Espero que con la venida del Su Santidad lo logremos, para contribuir con la paz y la convivencia en el mundo de este bonito deporte, pues la tarjeta verde se convertiría en el gran aporte al juego limpio en el fútbol,   que haríamos desde Colombia”, concluye Castro Bohórquez.