La tarjeta verde ha
sufrido grandes transformaciones en sus más de tres décadas de creación. Veamos
ese mejoramiento continuo de esta propuesta revolucionaria liderada por el
periodista Roosevelt Castro Bohórquez.
Por: Naty Gómez Z.
Kaizen es una palabra de origen japonés compuesta por dos
vocablos: kai que
significa cambio, y zen que
expresa para algo mejor, y de este modo significa mejoras continuas,
bien sea en el contexto personal, familiar o social.
Roosevelt
Castro Bohórquez y su tarjeta verde han “sufrido” de ese mejoramiento continuo
del que habla el pueblo Nipón.
Génesis altruista
“Cuando
estudiaba mi primaria, en la Escuela Anexa Francisco Montoya Kennedy, en
Caramanta, Antioquia, me disfrazaba de payaso de circo. Mi nombre artístico era
corazoncito. Con unos amigos, montábamos
una serie de shows cómico-musicales. Imprimíamos unas boletas con el sello de
la Escuela. Las vendíamos y con el dinero recaudado, comprábamos una serie de
mercados para dárselos a la gente menos favorecida de este municipio ubicado en el suroeste antioqueño”, rememora
el filántropo y creativo de esta propuesta Fair Play.
Allí,
a sus 13 años, el pequeño infante descubre su vocación altruista y generosa.
“También
realizaba una especie de periódico mural, en un viejo tablero que me
facilitaban”, evoca el sexagenario tolimense, nacido en Villarrica un 16 de
abril de 1959, pero criado en Antioquia.
Las
tizas de colores, el borrador, el olor a cal y el vetusto tablero fueron los
ingredientes para otra su vocación: el
periodismo. Igualmente, los cachacos de
su padre para disfrazarse de payaso, los deportes como el voleibol y el fútbol,
que no solamente los practicaba sino que también los juzgaba, fueron sus
nacientes aportes, a lo que años más tarde se convertirían en sus dos grandes
pasiones: el fútbol y el periodismo.
Por
eso no es de extrañar su contribución con la pelota. “En 1974 recalamos en
Medellín, a una casa que había comprado mi padre ocho años antes en las
cercanías del Estadio Atanasio Girardot”, rememora el cuarto hijo de Roosevelt,
un jubilado de la Federación de Cafeteros y de Cecilia, una hacendosa matrona
de Anolaima, Cundinamarca.
Las
verdes mangas fueron testigo mudo de las
batallas futbolísticas que emprendía Roosevelt con sus equipos de fútbol
a los que bautizó como “Las Águilas”,
“Real Florida” y “Sporting Florida”, para jugar los desafíos barriales que
programaba con otros.
“En
Sporting Florida fui asistente técnico y preparador físico. Participamos con
ellos en la Liga Antioqueña de Fútbol, en la categoría de Ascenso. Yo tenía
como 17 años de edad, cuando, con Luis Alfonso Pizarro como técnico, asumí esa
responsabilidad, sin haber terminado mi bachillerato en el Liceo Nacional Marco
Fidel Suárez”, comenta el fundador del periódico “El Ideal Juvenil” en su
colegio.
“Me
gradué como bachiller en año de 1978, pero no pasé a la Universidad de
Antioquia. Quería estudiar periodismo, pues no solo había sido creador del
periódico en mi colegio sino que ese año conocí
a un monstruo del periodismo: Don Guillermo Hinestroza Isaza. Él me dio
la oportunidad de trabajar en radio deportiva, especialmente en un programa
llamado Tribuna Roja, un espacio dedicado al DIM, que se emitía por Emisora
Claridad, de Todelar”, evoca Castro
Bohórquez.
Para
1979 los micrófonos de “Don Guillo” y la grabadora de Roosevelt se trasladan
para Radio Popular, del congresista Mario Gutiérrez Cárdenas y de Jaime
Saldarriaga Arcila, uno de los primeros integrantes del Unión, equipo fundado
por Hinestroza Isaza que le dio el
génesis al Atlético Nacional.
El Babyfútbol, inicios
con la magia del balón
“Hinestroza Isaza me invita a hacer parte del programa Goles y Comentarios.
Se emitía por el Radio Sistema Federal y su emisora Radio Popular. Este grupo
de emisoras después las adquirió el Grupo Radial Colombiano, GRC (Hoy Colmundo
Radio). Ese
año nos
contacta el Dr. Hernán Gómez Agudelo, papá de “El Bolillo”, para que le hiciéramos un torneo Babyfútbol,
muy similar al que realizaba Guillermo en años anteriores”, recuerda el llamado
“Juez de los Valores”.
En 1973 fue el último de los tres torneos infantiles de fútbol que
desarrolló este genio, pintor, escritor y periodista deportivo antioqueño. Con gran éxito vio desfilar
figuras como Gustavo Nilsen Zapata, Orlando Pérez, Rogelio Zapata, Luis Ormeño
Gómez. Albeiro Casas, entre otros, quienes habían salido de ese torneo y ya
formaban parte de plantilla profesional del DIM. Fue por ello del llamado de
urgencia de Gómez Agudelo, quien fungía como gerente del equipo rojo de
Antioquia, para que le realizaran un torneo similar. “Guillermo aceptó el reto
y me invitó. Pero lo que no sabíamos era que Gómez Agudelo quería un torneo
gratis y como el polémico periodista no tenía pelos en la lengua, le espetó
unas cuantas verdades en el micrófono al
dirigente paisa y este, disgustado, nos quitó la realización del torneo
infantil de fútbol. Llamó como relevo a José María Ramacciotti, director
técnico de las divisiones menores, y al odontólogo Antonio Franco Ruiz”,
rememora el tolimense de nacimiento y antioqueño por adopción.
El coliseo de baloncesto Iván de Bedout fue el anfitrión de la
fiesta futbolera a principios de 1980. De allí salieron grandes figuras para el
fútbol como Andrés Escobar, René Higuita, Óscar “Galea” Galeano, Guillermo
Álvarez, “Mecha” Jurado, entre otros.
“Cuatro años después, Guillermo y yo buscamos al Dr. Franco para
reactivar el Babyfútbol. Después de dos o tres reuniones con el afamado
odontólogo paisa, le propusimos que nos ganáramos un dinero con ello y se
convirtió en una blasfemia para él. “Yo por dinero no les trabajaré a ese proyecto”,
sentenció Franco Ruiz y se fue sin dar aviso”, comenta con nostalgia el
trabajador de Editorial Colina en Medellín, en ese momento.
Es que Franco Ruiz ya
tenía asegurado el futuro con su profesión, pues tenía contratos con el Seguro
Social y con sus clientes en un consultorio privado, en cambio los otros
querían “rebuscarse” un dinero, pues Guillermo estaba vendiendo pauta para su
espacio radial “Goles y Comentarios”, que se emitía por Radio Ritmos y Roosevelt trabajaba para una empresa
editorial.
Así las cosas, Franco Ruiz, en la dirigencia de la Liga de
Atletismo de Antioquia, les hizo mutis por el foro y se llevó el proyecto para
hacerlo gratis con Julio Vélez, Gonzalo Peláez, Julio César Acosta, Álvaro
Galeano, entre otros, creando la Corporación Babyfútbol Los Paisitas y
organizando el primer torneo en 1985.
“Le cuento esto, ya que fuimos tres personas las que le dimos
“el puntapié inicial” a lo que 35 años después es esta fiesta infantil de 15
disciplinas deportivas llamada el Festival de Festivales, que empezó con el
fútbol y que a dos de ellas nos echaron al olvido: Guillermo Hinestroza Isaza y
Roosevelt Castro Bohórquez”, sentencia el comunicador social-periodista de la
Universidad de Antioquia.
La verde da sus primeros
pasos
“Hice
mi primer curso arbitral en 1981, en Comfama de San Ignacio, con Gonzalo
Valderrama, pero no ejercí, ya que orientaba los destinos de los equipos de la
UPB. Allí, en ese curso, estuvieron entre otros Jorge “El Seco” Luis Arango,
Juan Manuel Gómez Botero, John Jairo Toro, Bernardo Valencia, Mario Bedoya
Morant, entre otros”, comenta el cocreador del moderno Babyfútbol y quien un
año antes dirigió un equipo satélite del DIM llamado Medellincito, que nació de
la negativa de Gómez Agudelo de no dejar participar dos equipos que Roosevelt
había conformado para ese fallido Babyfútbol.
“Hicimos
ese equipo y competimos en el Torneo de la categoría cuarta en la Liga
Antioqueña de Fútbol. Como entrenábamos en la Bolivariana, los jugadores nuestros pasaron a reforzar a la UPB y yo empecé
a fungir como asistente técnico al lado del titular Alberto Escobar Acevedo”,
recuerda el llamado Comunicador de la Paz.
Para
1985 realiza su segundo curso arbitral. Esta vez los instructores fueron Juan Manuel Gómez Botero y Octavio
Sierra Mesa. “Empecé a pitar en forma en 1986. Lo hice con un arbitraje
didáctico y pedagógico con los niños. No pedía que me programaran con los
jóvenes. Les empecé a enseñar las 17 reglas del fútbol”, evoca el periodista deportivo asociado a la
Acord, a la AIPS y al CIPA y creativo de la publicación deportiva “Sólo…Fútbol
Aficionado”, en ese año.
Fueron muchas las misivas y mensajes de felicitaciones enviados hacia el
Colegio de Árbitros de la Liga por la labor realizada por Roosevelt con este
tipo de juzgamiento. En uno de ellos el
señor Gessler A. Hernández, presidente del Club Clásicos Santa María,
manifestaba su gratitud y al mismo tiempo su preocupación por la orientación
dada en ese entonces.
“El desempeño del señor (Roosevelt) Castro nos demostró que cuando hay
buena capacitación y se tiene personalidad los resultados tienen que ser
buenos, pues no solo dirigió el partido con el pito, sino que pedagógicamente
hizo lo más importante en estas categorías como orientar a los niños en la
ejecución de algunos movimientos; ejemplo: el saque de banda, de puerta, etc.
Jueces de éstas condiciones son los que hacen bien al deporte, mucho más
que muchos entrenadores, que en lugar orientar de orientar a sus jugadores, los
envían al campo de juego a dar puntapiés, a insultar al contrario, a hostigar
al juez y muchas cosas más”, señaló en la misiva Hernández, máximo dignatario
del equipo itagüiseño.
Diez años después y con un receso amplio en el juzgamiento del fútbol, Roosevelt volvió a retomar el arbitraje
didáctico y le anexó otro ingrediente: el axiológico.
“Veíamos con preocupación cómo los niños del balompié antioqueño eran
fundamentados en lo técnico, se preparaban en lo físico, pero no había una
integralidad con sus valores morales y éticos. Así nos vimos a la tarea de
crear un minimanual de convivencia para conjugarlo con la parte didáctica. De
esta manera nació el arbitraje didáctico y de fortalecimiento en valores, con
el aval del ex juez FIFA Juan Manuel Gómez Botero, en 1997”, indicó el hombre
del fútbol.
Es que ese interés de Roosevelt por combinar los valores con el fútbol nació en 1990
cuando participó, como director técnico, de unos equipos de futbolito,
en los torneos que organizaba la
parroquia Nuestra Señora de Lourdes del barrio Florida Nueva-Estadio, en la
ciudad de Medellín. Él observó cómo antes de los partidos se les impartían una catequesis a los participantes de los
torneos inculcándoles valores y quien no asistiera a ellas no podía jugar. Le gustó
tanto que quiso compartirlo, bajo sus propios parámetros, con los equipos
infantiles de la Fedefútbol y desde 1997, cuando pidió reingreso como árbitro,
lo convirtió en una buena estrategia para fomentar y fortalecer los valores y
el juego limpio.
La propuesta pedagógica y axiológica empezó en las canchas del fútbol
aficionado de Medellín, Antioquia, Colombia, con una laminita del Divino Niño.
Al reverso de la imagen le imprimió un mensaje con un sello de caucho que
decía: “Yo amo, tolero y respeto a mi adversario”.
Este mensaje se los entregaba antes de los partidos a los niños
futbolistas de Antioquia como “pretexto” para educar en valores. Fueron más de 7
años donde se llevó esa recomendación de paz y convivencia en los diferentes
escenarios del balompié aficionado antioqueño.
Propuesta
reestructurada
Si bien la propuesta tuvo sus aciertos también tuvo sus inconvenientes.
Muchos de los niños del fútbol aficionado no eran católicos y el mensaje se
empezó a diluir.
Es que detrás de las estampitas que repartía Roosevelt había ese mensaje
de respeto y tolerancia con los rivales y con ellas quería inculcar un poco de amor en
las canchas en donde le tocaba ejercer éste duro y desagradecido oficio y
cuando hablaba de pretexto indica: “Algunos de los niños de los torneos de las
categorías tercera, cuarta o escolar eran Testigos de Jehová o eran Evangélicos
o eran Judíos y no creían en el cuento de la laminita, pero yo les decía que leyeran
y reflexionaran acerca del mensaje y que lo que quisieran hacer con ella no me
interesaba. Además les decía que lo más importante es que imitaran lo bueno de
los grandes jugadores de fútbol; que no hacía falta llenarse de soberbia,
vanidad o engreimiento; que había que respetar a los demás y siempre, siempre,
trabajar en equipo y con mucho amor “, les indicaba a los niños el árbitro
Castro.
Por eso se dio a la tarea de
encontrar un código universal que no “violentara” los principios espirituales
de los niños futbolistas y así creó la Tarjeta verde, como ese símbolo para la
campaña educativa de la formación en valores y de la promoción del juego
limpio.
Ese variopinto paisaje espiritual
mutó al color verde, en el 2004. “Me encontré con esa diversidad
religiosa, que no creían en el cuento
del Divino Niño y vi en el verde ese código que faltaba, para completar la
trilogía del semáforo en la que se inspiró el árbitro ingles Ken Aston para
inventar las tarjetas punitivas en el fútbol. Así nació esta tercera tarjeta
que tiene unos objetivos axiológicos como son los de premiar todas las acciones
de juego limpio que tienen los jugadores, cuerpos técnicos y administrativos de
los equipos de fútbol antes, durante y después del desarrollo de un partido”,
señala el llamado “Árbitro de la Paz”.
Salvaguardar la integridad física de
los jugadores, generar espacios para la paz y la convivencia en el contexto del
fútbol son otros de los objetivos que pretende esta tercera tarjeta futbolera y
axiológica.
En el 2004 y como miembro de la “Mesa de Trabajo por el “Juego Limpio”
en el Fútbol Aficionado de Antioquia, en la Comisión de Juzgamiento, y adscrita
a la Oficina de la No-violencia del Departamento de Antioquia”, Castro
Bohórquez propuso hacer este tipo de arbitraje, pero no se pudo ejecutar ya que
le dieron más fuerza al problema de las falsificación de documentos para la
inscripción de jugadores. Pero esto no lo amilanó. “No obstante, allí dimos los
primeros pasos para el cambio propuesto, incluyendo a la frase de batalla la
contribución con el juego limpio y así llevar la estrategia de la tarjeta verde
a la I Cumbre Mundial de Paz realizada
en Bogotá, en el 2009, no sin antes aportar en otros escenarios como I
Encuentro Nacional para la Seguridad y la Convivencia en el Fútbol Colombiano Alcaldía
de Medellín, en el 2008”, continúa con
su relato Roosevelt.
“Yo amo, respeto, tolero a mi
adversario y contribuyo con el juego limpio”
fue la frase que quedó impresa en las tarjetas verdes, como mensaje de
paz y convivencia desde hace más de 10 años y que aún sigue vigente.
“De igual forma, y como miembro en las mesas de trabajo de los
lineamientos “Fútbol con inclusión social” y “Academia-Investigación” del Plan
Decenal para la Comodidad, la Seguridad y la Convivencia en el Fútbol
Colombiano 2013-2023. (CNSC 2012), continuamos con nuestro aporte Fair Play”,
resalta y recalca el periodista deportivo co-creador de propuestas como “El
Despelote Deportivo” (una transmisión radial de fútbol matizada con
humor), “Historias a la Redonda”
(Espacio televisivo mostrando la parte humana del fútbol y sus actores),
“Tarjeta Roja a la Violencia” (Campaña publicitaria en televisión) y otras
“locas propuestas más”, que han nutrido
el periodismo deportivo desde Medellín, Colombia.
Llega lo conceptual
La conceptualización de la Tarjeta Verde llegó como producto de la
monografía de grados, como técnico de fútbol, del convenio Indeportes
Antioquia-Liga Antioqueña de Fútbol.
“Con nuestra monografía de grados titulada “El Reglamento del Fútbol y los Valores en el desarrollo psicosocial del
niño futbolista antioqueño en el juego limpio”, se logró ese objetivo en
diciembre de 2012. En este aporte académico conceptualizamos en forma y le
dimos un sustento teórico a nuestra
propuesta axiológica de la tarjeta verde”, indica.
“Meses antes habíamos sido ponentes en el III Congreso Internacional de
Comunicación para la Paz “La comunicación en los procesos contemporáneos de
Paz-Conflicto: Escenarios, actores, agendas y desafíos”, organizado por la Universidad de Santo
Tomás, Bogotá, con la ponencia “El
periodismo deportivo: ¿Una balacera lingüística? Allí también mostramos las
bondades de la tarjeta verde, como
estrategia para la paz en el contexto del fútbol, en agosto de 2012”, recuerda
el llamado “Juez de los valores”.
Otras
verdes, otras geografías
Su aparición en los torneos de formación de la Real Federación
Andaluza, en España; en el “Proyecto Cantera” y colectivos arbitrales de
Guadalajara y Acapulco de México; en la Segunda División del fútbol italiano;
en la Copa Verde en Belén Do Pará, Brasil,
y en la Localidad de San Cristóbal en Bogotá; en la ONG chilena Fútbol
Más; en el “Libro de la Moral” en Japón
y en AFA y sus festivales juveniles e infantiles, entre otros, le han
servido a Roosevelt para reivindicar su
creación que completa más de 30 años.
“Yo lo llamo efecto boomerang, ya que sale de nuestra geografía
y llega a esas otras, para devolverse y reivindicar lo que he construido en más
de tres décadas”, señala Roosevelt.
Ahora quiere llegar al Mundial de Qatar 2022. “Ya enviamos mucha
documentación a la FIFA y especialmente al Internacional Board. Sé que es un
proceso lento, pero tengo la esperanza de que se cristalice en beneficio del
fútbol, pues si las tarjetas amarilla y roja aparecieron un siglo después del
primer reglamento, la mía tendrá un lugar en el desarrollo del fútbol
incorporándola en el Reglamento”, ambiciona el creativo de esta propuesta.
Así, la tarjeta verde ha tenido un tránsito enorme desde sus
inicios en 1986 con el arbitraje didáctico que realizaba su creativo, pasando
por el de fortalecimiento en valores con la estampita del Divino Niño hasta
mutar al tercer color del semáforo, para “darle la norma de la ventaja al amor,
la paz y la convivencia” y así revolucionar el mundo del fútbol. ¿O no?.
(Tomado del portal " Las 2 Orillas")
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