Por: Roosevelt Castro Bohórquez
La figura del árbitro de fútbol
siempre ha sido criticada. Los chorros de tinta en las diferentes
publicaciones, las voces autorizadas en las diferentes emisoras, las imágenes
en movimiento desde los canales televisivos y últimamente en la era digital,
los muestran como los villanos de la película del balón. Ellos giran entre el
odio y el desamor.
Pero no siempre fue así. Es que cuando Guillermo Moreno trajo el primer balón de fútbol a Medellín, nunca llegó a imaginar que un siglo después cambiaría esa lúdica rural en su momento a una industria del sudor profesional con su pelota. Para el rico comerciante paisa era impensado que también traería unos públicos que en cada partido batirían batallas paradójicas de injustos reclamos por impartir justicia en las canchas o en los modernos estadios, por los diferentes espectadores o por la prensa local que irrumpía con pasos agigantados en las primeras décadas del Siglo XX.
La figura del árbitro en Medellín emergió con Jorge Herzig. Así lo hace saber el historiador antioqueño Rodrigo de Jesús García Estrada en su “Breve historia del fútbol en Medellín (1914-1948)”. El joyero y relojero suizo, nacido en St Ennier, vino a Medellín en 1911 contratado por la Casa Bachmman & Cia, pero luego se independizó creando su propia joyeria, La Joya.
Herzig se unió a Juan Heineger para crear el primer equipo en la ciudad, al que llamaron Sporting Foot-Ball Club, un año después de su llegada. Un contingente de extranjeros, entre los que se contaron ingleses, franceses y suizos, engrosaron las filas de este primigenio onceno futbolero.
Para 1913 se fundó el segundo
Club de la ciudad. El teniente de la policía Alberto Uribe Piedrahita en
compañía de los empresarios Guillermo Greffenstein, Enrique Villa José Luis
Restrepo le dieron el puntapié inicial al Medellín Foot-Ball Club. El equipo fue conformado por muchos jóvenes de
la clase alta medellinense, quienes estudiaban en el Colegio de San Ignacio e
igualmente algunos policías compañeros del fundador.
La élite antioqueña, enriquecida
por los intercambios comerciales del oro y el café con el Viejo Continente o
Estados Unidos, encontró en esta expresión deportiva moderna, un espacio para
la diversión, abandonando lúdicas rurales que hasta el momento tenían como las
cabalgatas, los baños dominicales en las quebradas como la Santa Elena o el
mismo Río Medellín, entre otras.
El fútbol fue el primer deporte
de conjunto que rompió con ello. Igualmente, ayudando a obras sociales, aupadas
por la Sociedad de Mejoras Públicas y en donde la prensa local exaltaba y
empezaba a visibilizar este deporte.
Así, los primeros encuentros se
jugaron entre estos dos contendores, en la llamada Cancha de Los Belgas. Allí,
Herzig fungió como árbitro. El comerciante suizo se había graduado como
profesor de la Escuela de Cultura física de Paris era gran conocedor del
incipiente reglamento del fútbol, por eso ofició como juez de muchos partidos,
según lo cuenta Enrique Echavarría en “Extranjeros en Antioquia”.
La prensa
empieza a contar las gestas del balón
Ante la escasez de contendores,
el Sporting F.C. realizó la invitación al Club Bartolinos de Bogotá. El onceno
capitalino vino con lo más granado de la élite cachaca. Dos años y medio
después de su fundación, el periódico local El Colombiano informaba del crucial
partido.
Los lingotes de plomo empotrados
en la rudimentaria imprenta Chandler daban cuenta de la pomposa visita, como la
de Santiago Abadía, hijo de Miguel Abadía Méndez; José María González Concha,
sobrino el presidente de República José Vicente Concha y Jorge Isaacs, nieto
del escritor de La María, entre otros.
Utilizando anglicismos propios
del idioma del país que dio origen al fútbol moderno, el cronista deportivo
daba cuenta del empate entre los dos Clubes. Términos como team, Goalkeaper,
Referee, goal, entre otros, fueron utilizados para recrear la gesta
futbolera vivida en Medellín, bajo la conducción arbitral del inglés Harold
Meyerheim, quien había llegado a Medellín en 1900 como representante de la casa
ingles Jaffe& Sons Ltda, según lo reseña Enrique Echavarría en su libro
“Extranjeros en Medellín” y lo retoma el historiador paisa Rodrigo de Jesús
Garcia Estrada en su “Breve historia del fútbol en Medellín 1914- 1948”
Capacitaciones
arbitrales
El fútbol había ganado grandes
participantes, especialmente desde que Los Jesuitas le dieran la bendición en
sus colegios. Los educandos de la élite
antioqueña y colombiana, no solo aprendieron en sus aulas el ABC académico sino
también el futbolero.
El padre Zumalabe, rector del
Colegio San Ignacio en Medellín, promovió su practica en esta institución
educativa. La cantera de jugadores empezó a surgir, dando la posibilidad de la
conformación de nuevos equipos y la creación de varios torneos.
Ante el inusitado crecimiento del
fútbol en los colegios de la élite medellinense, se empezaron a dictar clases
del reglamento. Era una necesidad
apremiante, ante el avasallante auge de este deporte.
Luego de su aparición en 1891 en
las canchas londinenses, la figura del árbitro tomó fuerza y sus decisiones se
tornaron inapelables, por ello la capacitación era materia obligada para muchos
de los estudiantes de las universidades de las élites anglos, que necesitaban
dirimir sus discrepancias surgidas dentro del terreno de juego.
Medellín no fue la excepción. Por ello no es casualidad que surgiera esta
figura en las canchas, producto de unas capacitaciones dadas por varios
docentes, con el objetivo de formar a los estudiantes en el acatamiento a las
normas para el novedoso juego y especialmente para la vida.
El Campeonato Escolar realizado
por el Colegio San Ignacio en 1915, contó con la presencia de varios oncenos
entre los que se destacaron Antioquia, Central, Colombia, Universitario,
Girardot y España.
Para ello varios estudiantes no
solo fungían como jugadores de sus equipos, sino como árbitros de los partidos
que se jugaban en la única cancha existente en la ciudad, la de Los Belgas,
ubicada hoy donde funciona el Hospital San Vicente de Paul.
El acompañamiento periodístico
del periódico local El Colombiano, como otras expresiones impresas entre las
que se contaba el periódico ignaciano Los Estudios, daban cuenta de las
batallas futboleras de los equipos en contienda.
Herzig y Mayerheim también acompañaron
con su silbato, el juzgamiento de varios de los partidos.
Una pelota altruista
La generosidad y filantropía,
propias de la cultura paisa, también cobijó al fútbol, que se convirtió en un
instrumento para impulsar obras de beneficencia en la ciudad.
“El próximo domingo se jugará el Match
de foot-ball en el campo de Los Belgas, entre el Sporting Club y
el Club Medellín.
Los productos se destinan a dos Asociaciones caritativas
de la ciudad. Dado que este Sport ha
despertado en la sociedad,
excusado es decir que el campo de
Los Belgas se verá completamente
lleno. Así lo deseamos”.
De esta manera reseñaban en el periódico local el viernes 22 de enero de 1915 el choque futbolero. El colombiano tenía una periodicidad bisemanaria de martes y viernes, con una impresión de 4 páginas tamaño tabloide y con un tiraje de 400 ejemplares, a 3 centavos cada número.
De Herzig y
Mayerheim a Roldán Pérez
La popularización del fútbol tuvo
su máxima expresión en la tercera década del siglo pasado. Ya las nacientes
fábricas patrocinaban a sus obreros. El
fútbol dejó de ser para unos pocos privilegiados, el balón elitista había
saltado la barda para recalar en los barrios populares.
La conformación de muchos equipos
dio el génesis de la fundación de la Federación Antioqueña de Fútbol y la
inauguración del Campo Los Libertadores, en 1929.
Dos años después, se conformó el
primer colegio de árbitros de fútbol. Ya
Jorge Herzig y Harold Mayerheim no estaban. Nombres como Eliseo Restrepo,
Antonio Zapata, Miguel Ortiz Tobón, Carlos Ignacio Molina, Samuel Uribe
Escobar, quien fuera el primer presidente de Federación Antioqueña, y Mr. William Duncan Barker, entre otros, se
empezaron a vestir de negro, no solo por ese homenaje póstumo a la Reina
Victoria que le hicieran los jueces ingleses casi tres décadas antes, sino
porque ya la gala deportiva lo ameritaba.
Así, la cantidad de árbitros crecía
exponencialmente como el número de equipos y practicantes. De ahí que ya muchos
de los silbantes solo se dedicaran a este duro y desagradecido oficio y
colgaran sus camisetas de jugadores.
Con la profesionalización del
fútbol y el crecimiento vertiginoso de este deporte, la cualificación arbitral
se tuvo que dar.
Para 1963 se fundó la Corporación
Colegio de Árbitros de Fútbol de Antioquia, Arbiantioquia, fecha que, en la actualidad,
no reconocen los miembros de esta familia arbitral. Hernán Gómez Agudelo, padre de “El Bolillo”,
le dio el pitazo inicial, siendo los primeros instructores Guillermo Giraldo
Pulido y Enrique Rivillas, según lo cuenta el periodista Carlos Serna Serna en
su libro “Historia de la Liga Antioqueña de Fútbol 60 años 1929-1989”.
Empezaron a escalafonarse los
jueces y a surgir nombres como Octavio Sierra Mesa, Francisco Pérez, Hernán
Olarte, Rodolfo Marulanda, Dario “Zaro” Mejía, Antonio Novoa, Hernán Pérez
Cuartas, padre de Armando Pérez Hoyos; Pedro Nel Pineda Y Omar Delgado
Piedrahita, entre otros, que se destacaron no solo en el ámbito local sino
departamental y nacional e internacional. De hecho, Delgado Piedrahita, con
escarapela FIFA, fue el primer árbitro antioqueño en pitar un partido en un
Mundial de Fútbol. El nacido en Puerto Berrio, Antioquia, el 1° de enero de
1940, pitó el encuentro Yugoeslavia 9 Zaire 0, en la Copa del Mundo de Alemania
74. (Ver recuadro de árbitros FIFA antioqueños en los mundiales).
Otras camadas de árbitros
surgieron, para beneficio del juzgamiento paisa y colombiano. Nombres como
Gonzalo Valderrama, Libardo Serna Ángel, Juan Manuel Gómez Botero, Luis Octavio
Ortiz, John Jairo Toro, Edwin Vallejo, Bernardo Valencia, Mario Bedoya Morant,
Luis Alfonso López Gil, Gabriel Vanegas Chaverra, Carlos Eduardo López
Buitrago, Jorge Luis Arango Cardona, Hernando Agudelo, Jovani Zapata y
últimamente Wilmar Alexander Roldan Pérez (ver recuadro), entre otros, han sido
referentes y embajadores del arbitraje paisa para el mundo del fútbol.
Narcotráfico y
juzgamiento
Un periodo negro, como su
vestimenta, vivió el arbitraje colombiano. El narcotráfico irrumpía en la
sociedad colombiana, como un estilo de vida para unos pocos. Amenazas, vetos y
hasta asesinatos vivieron los árbitros colombianos en una época sombría, desde
finales de los 70 y principios de los 90´s.
Amenazas como el veto al juez
antioqueño Armando Pérez Hoyos, en un partido crucial por la Copa Libertadores
de 1987 entre América y Deportivo Cali, fue cubierto por los medios
periodísticos del país.
Al mismo Pérez Hoyos lo
secuestraron en el 89 y sentenciándolo no solamente a él sino a todos los
jueces del país. “Árbitro que se porte mal, lo borramos” fue la amenaza de un
brazo armado del Cartel de Medellín.
Pero fue el vil asesinato del
árbitro Álvaro Ortega Madero, el que encendió las alarmas del dinero de
apuestas millonarias en nuestro fútbol. El juez barranquillero fue acribillado
en Medellín, luego de un partido jugado entre el DIM vs América en noviembre de
1989.
La sangre como los chorros de tinta, corrieron en todas las salas de redacción, especialmente en los diarios locales de El Mundo y El Colombiano.
Tres Corporaciones, tres aportes
Cerca de 5000 jueces antioqueños,
empacan semanalmente sus tarjetas, sus pitos, sus escarapelas, su vestimenta
multicolor y sus planillas, entre otros elementos, para cumplir su misión en la
geografía montañera, muchas veces sin el cubrimiento mediático.
Mujer y arbitraje
De otro lado y capítulo aparte
merece la mujer en el juzgamiento del futbol. La cucuteña Martha Liliana Toro, la caldense
Adriana Lucia Correa y especialmente la antioqueña María Edilma Garcia Porras
merecen un reconocimiento a su valiente labor de pitar partidos del fútbol
profesional en Colombia.
La juez paisa obtuvo gafete FIFA
que sirvió de referente para las nuevas generaciones de mujeres y para abrir la
senda al juzgamiento femenino del fútbol, en una cultura muchas veces machista
como la antioqueña.
Hoy, con casi 60 damas, el
arbitraje antioqueño se precia de mostrar que el legado dejado por García
Porras está vigente.
Una de ellas es Dana Largo Vanegas. La joven estudiante de Licenciatura en Educación Infantil de la Universidad Católica Luis Amigó es una de las nuevas referentes en este duro y desagradecido oficio del juzgamiento del fútbol.
Es que la necesidad de cubrir los gastos académicos en el
Politécnico Pascual Bravo hizo que Dana escogiera el difícil oficio del arbitraje
en el fútbol y por la invitación de Robinson Monsalve, su profesor de educación
física, aceptó ese gran reto.
“Cuando estudiaba en el Pascual Bravo, mi profesor de
educación física me invitó a que hiciera parte del equipo de fútbol. Jugué como
defensa centro. Después, y ante las dificultades económicas de no tener para el
algo o mis útiles escolares, me dijo que si me gustaba el arbitraje él me
colaborara para que lo hiciera. Inicialmente, me ganaba $ 4000.oo que también
me servían para los pasajes y otros gastos. Luego, me comentó que iba a nacer
CASDA y que, si quería hacer el curso, lo hiciera y me aconsejó que si era
disciplinada llegaría muy lejos en este mundo del juzgamiento”, comentó la
segunda entre cuatro hermanas de la familia Largo Vanegas.
Dejando en fuera de lugar sus miedos y sacándole una tarjeta
roja al machismo atávico, se enfrentó a su núcleo familiar para hacerle un gol
a la incredulidad inicial de sus padres y de sus tres hermanos.
“Mi familia al principio fue muy reacia en que yo arbitrara,
pero con el tiempo se dieron cuenta que esto me gustaba y que podía hacer
historia en el fútbol desde el juzgamiento. Mi mamá me decía que eso era un
oficio de los hombres, pero fue la que más me apoyó. Mi papá, al comienzo, le
dio muy duro, pero me fue acompañando a los partidos y hoy por hoy me pregunta
acerca algunas de las jugadas que suceden en el fútbol profesional y ya
prácticamente el núcleo familiar se ha unido en torno al arbitraje”, expresa la
hija de Alejandro, un empleado de mantenimiento en Zenú, y Lina María, una
hacendosa ama de casa.
De eso han transcurrido 7 años y todavía lo sigue haciendo, siguiendo los pasos de de sus iconos en el juzgamiento como Wilmar Roldán o la internacional María Edilma García Porras.
“María Edilma siempre nos da buenos consejos. Ella siempre
está atenta a todas nosotras. Esto de la
virtualidad nos ha acercado mucho a ella, ya que, y como de muchos es conocido,
María vive en los Estados Unidos. Por ello, siempre me miro en el espejo de
ella y quiero llegar a instancias superiores y tener una escarapela FIFA, como
ella lo obtuvo, para ello me preparo todos los días” manifiesta la joven nacida
el 27 de diciembre de 1998 en Bello, Antioquia, pero criada en el barrio El
Pesebre de la Comuna 12 de Medellín.
Así los chorros de tinta, la vocinglería en micrófonos radiales, la explosión de la imagen televisiva y últimamente las redes sociales han mostrado y siguen mostrando la figura del árbitro, muchas veces como el villano de la película del fútbol, pero también propendiendo por el juego limpio (Ver recuadro 3)
Recuadros
Roldán, árbitro récord
El amalfitano, nacido el 24 de
enero de 1980, supo desde pequeño que su misión en el fútbol era el juzgamiento
y quería hacer historia.
El premio Acord en tres
ocasiones, como “Mejor Juez de Antioquia”, ha roto los récords sin
despabilarse.
Hace poco el árbitro Wilmar
Alexander Pérez llegó a su partido número 100 en la Copa Libertadores de
América y se convirtió en silbante récord de designaciones en este certamen en
deportivo.
Es el único juez que ha pitado 8 clásicos
montañeros, entre los oncenos Atlético Nacional y Deportivo Independiente
Medellín.
Es también el único árbitro
antioqueño en pitar dos mundiales de fútbol (Brasil 2014- Rusia 2018)
Roldán Pérez ha dirigido tres
finales en la Libertadores. En 2012 dirigió el juego Corinthians Vs. Boca
Juniors; en 2013, Atlético Mineiro Vs. Olimpia y en 2014 estuvo al frente de la
final Nacional de Paraguay Vs. San Lorenzo.
Jueces FIFA
paisas en Mundiales
Desde Omar hasta Wilmar Roldan
Pérez son pocos los jueces antioqueños, que han estado en el equipo arbitral de
una Copa del Mundo del Mundo.
Veamos la lista de árbitros FIFA
de Antioquia que han ayudado a impartir justicia en la máxima cita orbital del
balón.
Omar Delgado
Piedrahita: nacido en Puerto Berrio, Antioquia, estuvo como juez
central en el Mundial de Alemania 1974. Pitó el partido entre Yugoeslavia 9
Zaire 0. También fue asistente en dos partidos más: Alemania- Australia y
Alemania - Países Bajos.
Armando Pérez
Hoyos: Tristemente célebre por su secuestro en 1989 en
Medellín para advertir que quien “pitara mal sería borrado", fue asistente
en la final de Italia 1990 que enfrentó a Argentina y Alemania y que culminó
con el tricampeonato de los teutones.
John Jairo Toro
Rendón: Actuó como juez central en el partido Sudáfrica-Dinamarca
en Francia 1998. El encuentro estuvo lleno de altibajos al punto de que se
sacaron siete tarjetas amarillas y una roja. También fue asistente en el
partido Corea del Sur- México.
Wilmar Roldán
Pérez. Estuvo en Brasil 2014 en donde fungió como central en
los partidos México 1 Camerún 0 y Corea del Sur 2 Argelia 4. Igualmente, en
Rusia 2018, en donde pitó Túnez 1 Inglaterra 2 y Arabia Saudita 2 Egipto 1.
Tarjeta verde,
por el juego limpio
Las tarjetas en el fútbol son una
analogía del semáforo. Fueron inventadas por el inglés Ken Aston para detener
la violencia. Solo le faltó la verde para completar la triada cromática, que
salió del ingenio del periodista ACORD Antioquia y ex árbitro de fútbol,
Roosevelt Castro Bohórquez.
“El árbitro británico señaló que
con el rojo detenía la violencia, con el amarillo estabas en alerta y solo le
faltó la verde, con la que quiero premiar las buenas acciones de juego limpio e
igualmente los comportamientos honestos y respetuosos que tengan los diferentes
públicos del fútbol, en especial a los jugadores en Colombia, como ya lo viene
haciendo en el fútbol de la Asociación del Fútbol Argentino, AFA, la Asociación
Irlandesa de Fútbol, la Real Federación
Andaluza y la Comunidad Valenciana de Fútbol en España, e igualmente en países
como México, Chile y Japón. En este
último país está consignado en un capítulo del “Libro de la Moral”, logro
editorial y de lectura obligatoria para los estudiantes del ciclo de primaria y
secundaria”, aclara el también llamado “Juez de los Valores”.
Del mismo modo, es una apuesta a
la paz y la convivencia en el contexto del fútbol.
Así esta estrategia Fair Play
sigue su senda como un “paz-aporte” de este asociado a la Asociación Colombiana
de Entrenadores de Fútbol, Ascenfútbol, a la AIPS, al CIPA y especialmente a la
Asociación Colombiana de Redactores Deportivos capítulo Antioquia,
Acord-Antioquia. Roosevelt es
#Orgullosamente Acord.
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