domingo, 16 de octubre de 2022

El Juzgamiento del fútbol paisa, entre odios y desamores (Reseña histórica)

 Por: Roosevelt Castro Bohórquez

La figura del árbitro de fútbol siempre ha sido criticada. Los chorros de tinta en las diferentes publicaciones, las voces autorizadas en las diferentes emisoras, las imágenes en movimiento desde los canales televisivos y últimamente en la era digital, los muestran como los villanos de la película del balón. Ellos giran entre el odio y el desamor.

Pero no siempre fue así. Es que cuando Guillermo Moreno trajo el primer balón de fútbol a Medellín, nunca llegó a imaginar que un siglo después cambiaría esa lúdica rural en su momento a una industria del sudor profesional con su pelota.  Para el rico comerciante paisa era impensado que también traería unos públicos que en cada partido batirían batallas paradójicas de injustos reclamos por impartir justicia en las canchas o en los modernos estadios, por los diferentes espectadores o por la prensa local que irrumpía con pasos agigantados en las primeras décadas del Siglo XX. 

La figura del árbitro en Medellín emergió con Jorge Herzig. Así lo hace saber el historiador antioqueño Rodrigo de Jesús García Estrada en su “Breve historia del fútbol en Medellín (1914-1948)”.  El joyero y relojero suizo, nacido en St Ennier, vino a Medellín en 1911 contratado por la Casa Bachmman & Cia, pero luego se independizó creando su propia joyeria, La Joya.

Herzig se unió a Juan Heineger para crear el primer equipo en la ciudad, al que llamaron Sporting Foot-Ball Club, un año después de su llegada.  Un contingente de extranjeros, entre los que se contaron ingleses, franceses y suizos, engrosaron las filas de este primigenio onceno futbolero.

 

Para 1913 se fundó el segundo Club de la ciudad. El teniente de la policía Alberto Uribe Piedrahita en compañía de los empresarios Guillermo Greffenstein, Enrique Villa José Luis Restrepo le dieron el puntapié inicial al Medellín Foot-Ball Club.  El equipo fue conformado por muchos jóvenes de la clase alta medellinense, quienes estudiaban en el Colegio de San Ignacio e igualmente algunos policías compañeros del fundador.

La élite antioqueña, enriquecida por los intercambios comerciales del oro y el café con el Viejo Continente o Estados Unidos, encontró en esta expresión deportiva moderna, un espacio para la diversión, abandonando lúdicas rurales que hasta el momento tenían como las cabalgatas, los baños dominicales en las quebradas como la Santa Elena o el mismo Río Medellín, entre otras.

El fútbol fue el primer deporte de conjunto que rompió con ello. Igualmente, ayudando a obras sociales, aupadas por la Sociedad de Mejoras Públicas y en donde la prensa local exaltaba y empezaba a visibilizar este deporte.

Así, los primeros encuentros se jugaron entre estos dos contendores, en la llamada Cancha de Los Belgas. Allí, Herzig fungió como árbitro. El comerciante suizo se había graduado como profesor de la Escuela de Cultura física de Paris era gran conocedor del incipiente reglamento del fútbol, por eso ofició como juez de muchos partidos, según lo cuenta Enrique Echavarría en “Extranjeros en Antioquia”.

La prensa empieza a contar las gestas del balón

Ante la escasez de contendores, el Sporting F.C. realizó la invitación al Club Bartolinos de Bogotá. El onceno capitalino vino con lo más granado de la élite cachaca. Dos años y medio después de su fundación, el periódico local El Colombiano informaba del crucial partido.

Los lingotes de plomo empotrados en la rudimentaria imprenta Chandler daban cuenta de la pomposa visita, como la de Santiago Abadía, hijo de Miguel Abadía Méndez; José María González Concha, sobrino el presidente de República José Vicente Concha y Jorge Isaacs, nieto del escritor de La María, entre otros.

Utilizando anglicismos propios del idioma del país que dio origen al fútbol moderno, el cronista deportivo daba cuenta del empate entre los dos Clubes. Términos como team, Goalkeaper, Referee, goal, entre otros, fueron utilizados para recrear la gesta futbolera vivida en Medellín, bajo la conducción arbitral del inglés Harold Meyerheim, quien había llegado a Medellín en 1900 como representante de la casa ingles Jaffe& Sons Ltda, según lo reseña Enrique Echavarría en su libro “Extranjeros en Medellín” y lo retoma el historiador paisa Rodrigo de Jesús Garcia Estrada en su “Breve historia del fútbol en Medellín 1914- 1948”

Capacitaciones arbitrales

El fútbol había ganado grandes participantes, especialmente desde que Los Jesuitas le dieran la bendición en sus colegios.  Los educandos de la élite antioqueña y colombiana, no solo aprendieron en sus aulas el ABC académico sino también el futbolero.

El padre Zumalabe, rector del Colegio San Ignacio en Medellín, promovió su practica en esta institución educativa. La cantera de jugadores empezó a surgir, dando la posibilidad de la conformación de nuevos equipos y la creación de varios torneos.

Ante el inusitado crecimiento del fútbol en los colegios de la élite medellinense, se empezaron a dictar clases del reglamento.  Era una necesidad apremiante, ante el avasallante auge de este deporte.

Luego de su aparición en 1891 en las canchas londinenses, la figura del árbitro tomó fuerza y sus decisiones se tornaron inapelables, por ello la capacitación era materia obligada para muchos de los estudiantes de las universidades de las élites anglos, que necesitaban dirimir sus discrepancias surgidas dentro del terreno de juego.

Medellín no fue la excepción.  Por ello no es casualidad que surgiera esta figura en las canchas, producto de unas capacitaciones dadas por varios docentes, con el objetivo de formar a los estudiantes en el acatamiento a las normas para el novedoso juego y especialmente para la vida.

El Campeonato Escolar realizado por el Colegio San Ignacio en 1915, contó con la presencia de varios oncenos entre los que se destacaron Antioquia, Central, Colombia, Universitario, Girardot y España.

Para ello varios estudiantes no solo fungían como jugadores de sus equipos, sino como árbitros de los partidos que se jugaban en la única cancha existente en la ciudad, la de Los Belgas, ubicada hoy donde funciona el Hospital San Vicente de Paul.

El acompañamiento periodístico del periódico local El Colombiano, como otras expresiones impresas entre las que se contaba el periódico ignaciano Los Estudios, daban cuenta de las batallas futboleras de los equipos en contienda.

Herzig y Mayerheim también acompañaron con su silbato, el juzgamiento de varios de los partidos.

Una pelota altruista

La generosidad y filantropía, propias de la cultura paisa, también cobijó al fútbol, que se convirtió en un instrumento para impulsar obras de beneficencia en la ciudad.

“El próximo domingo se jugará el Match de foot-ball en el campo de Los Belgas, entre el Sporting Club y el Club Medellín.

 Los productos se destinan a dos Asociaciones caritativas 

de la ciudad. Dado que este Sport ha

despertado en la sociedad, excusado es decir que el campo de

Los Belgas se verá completamente lleno. Así lo deseamos”.

De esta manera reseñaban en el periódico local el viernes 22 de enero de 1915 el choque futbolero. El colombiano tenía una periodicidad bisemanaria de martes y viernes, con una impresión de 4 páginas tamaño tabloide y con un tiraje de 400 ejemplares, a 3 centavos cada número. 

De Herzig y Mayerheim a Roldán Pérez

La popularización del fútbol tuvo su máxima expresión en la tercera década del siglo pasado. Ya las nacientes fábricas patrocinaban a sus obreros.  El fútbol dejó de ser para unos pocos privilegiados, el balón elitista había saltado la barda para recalar en los barrios populares.

La conformación de muchos equipos dio el génesis de la fundación de la Federación Antioqueña de Fútbol y la inauguración del Campo Los Libertadores, en 1929.

Dos años después, se conformó el primer colegio de árbitros de fútbol.  Ya Jorge Herzig y Harold Mayerheim no estaban. Nombres como Eliseo Restrepo, Antonio Zapata, Miguel Ortiz Tobón, Carlos Ignacio Molina, Samuel Uribe Escobar, quien fuera el primer presidente de Federación Antioqueña, y Mr.  William Duncan Barker, entre otros, se empezaron a vestir de negro, no solo por ese homenaje póstumo a la Reina Victoria que le hicieran los jueces ingleses casi tres décadas antes, sino porque ya la gala deportiva lo ameritaba.

Así, la cantidad de árbitros crecía exponencialmente como el número de equipos y practicantes. De ahí que ya muchos de los silbantes solo se dedicaran a este duro y desagradecido oficio y colgaran sus camisetas de jugadores.

Con la profesionalización del fútbol y el crecimiento vertiginoso de este deporte, la cualificación arbitral se tuvo que dar.

Para 1963 se fundó la Corporación Colegio de Árbitros de Fútbol de Antioquia, Arbiantioquia, fecha que, en la actualidad, no reconocen los miembros de esta familia arbitral.  Hernán Gómez Agudelo, padre de “El Bolillo”, le dio el pitazo inicial, siendo los primeros instructores Guillermo Giraldo Pulido y Enrique Rivillas, según lo cuenta el periodista Carlos Serna Serna en su libro “Historia de la Liga Antioqueña de Fútbol 60 años 1929-1989”.

Empezaron a escalafonarse los jueces y a surgir nombres como Octavio Sierra Mesa, Francisco Pérez, Hernán Olarte, Rodolfo Marulanda, Dario “Zaro” Mejía, Antonio Novoa, Hernán Pérez Cuartas, padre de Armando Pérez Hoyos; Pedro Nel Pineda Y Omar Delgado Piedrahita, entre otros, que se destacaron no solo en el ámbito local sino departamental y nacional e internacional. De hecho, Delgado Piedrahita, con escarapela FIFA, fue el primer árbitro antioqueño en pitar un partido en un Mundial de Fútbol. El nacido en Puerto Berrio, Antioquia, el 1° de enero de 1940, pitó el encuentro Yugoeslavia 9 Zaire 0, en la Copa del Mundo de Alemania 74. (Ver recuadro de árbitros FIFA antioqueños en los mundiales).

Otras camadas de árbitros surgieron, para beneficio del juzgamiento paisa y colombiano. Nombres como Gonzalo Valderrama, Libardo Serna Ángel, Juan Manuel Gómez Botero, Luis Octavio Ortiz, John Jairo Toro, Edwin Vallejo, Bernardo Valencia, Mario Bedoya Morant, Luis Alfonso López Gil, Gabriel Vanegas Chaverra, Carlos Eduardo López Buitrago, Jorge Luis Arango Cardona, Hernando Agudelo, Jovani Zapata y últimamente Wilmar Alexander Roldan Pérez (ver recuadro), entre otros, han sido referentes y embajadores del arbitraje paisa para el mundo del fútbol.

Narcotráfico y juzgamiento

Un periodo negro, como su vestimenta, vivió el arbitraje colombiano. El narcotráfico irrumpía en la sociedad colombiana, como un estilo de vida para unos pocos. Amenazas, vetos y hasta asesinatos vivieron los árbitros colombianos en una época sombría, desde finales de los 70 y principios de los 90´s.

Amenazas como el veto al juez antioqueño Armando Pérez Hoyos, en un partido crucial por la Copa Libertadores de 1987 entre América y Deportivo Cali, fue cubierto por los medios periodísticos del país.

Al mismo Pérez Hoyos lo secuestraron en el 89 y sentenciándolo no solamente a él sino a todos los jueces del país. “Árbitro que se porte mal, lo borramos” fue la amenaza de un brazo armado del Cartel de Medellín.

Pero fue el vil asesinato del árbitro Álvaro Ortega Madero, el que encendió las alarmas del dinero de apuestas millonarias en nuestro fútbol. El juez barranquillero fue acribillado en Medellín, luego de un partido jugado entre el DIM vs América en noviembre de 1989.

La sangre como los chorros de tinta, corrieron en todas las salas de redacción, especialmente en los diarios locales de El Mundo y El Colombiano.

Tres Corporaciones, tres aportes


Herzig debe estar feliz. Ya el juzgamiento antioqueño cuenta con 3 Corporaciones arbitrales, que contribuyen a mostrar las bondades del referato paisa. La Corporación Colegio de Árbitros de Fútbol de Antioquia, como la decana y primera en Antioquia, la Academia de Árbitros de Antioquia, AAA, secundando el duro trabajo arbitral y la Corporación Arbitral Social y Deportiva de Antioquia, CASDA, orientada por el internacional Wilmar Roldán Pérez, son las agrupaciones arbitrales de Antioquia, que cada semana imparten justicia en los terrenos de juego no solo barriales, municipales, departamentales sino también nacionales e internacionales.

Cerca de 5000 jueces antioqueños, empacan semanalmente sus tarjetas, sus pitos, sus escarapelas, su vestimenta multicolor y sus planillas, entre otros elementos, para cumplir su misión en la geografía montañera, muchas veces sin el cubrimiento mediático.

Mujer y arbitraje


De otro lado y capítulo aparte merece la mujer en el juzgamiento del futbol.  La cucuteña Martha Liliana Toro, la caldense Adriana Lucia Correa y especialmente la antioqueña María Edilma Garcia Porras merecen un reconocimiento a su valiente labor de pitar partidos del fútbol profesional en Colombia.

La juez paisa obtuvo gafete FIFA que sirvió de referente para las nuevas generaciones de mujeres y para abrir la senda al juzgamiento femenino del fútbol, en una cultura muchas veces machista como la antioqueña.

Hoy, con casi 60 damas, el arbitraje antioqueño se precia de mostrar que el legado dejado por García Porras está vigente.

Una de ellas es Dana Largo Vanegas. La joven estudiante de Licenciatura en Educación Infantil de la Universidad Católica Luis Amigó es una de las nuevas referentes en este duro y desagradecido oficio del juzgamiento del fútbol. 

Es que la necesidad de cubrir los gastos académicos en el Politécnico Pascual Bravo hizo que Dana escogiera el difícil oficio del arbitraje en el fútbol y por la invitación de Robinson Monsalve, su profesor de educación física, aceptó ese gran reto.

“Cuando estudiaba en el Pascual Bravo, mi profesor de educación física me invitó a que hiciera parte del equipo de fútbol. Jugué como defensa centro. Después, y ante las dificultades económicas de no tener para el algo o mis útiles escolares, me dijo que si me gustaba el arbitraje él me colaborara para que lo hiciera. Inicialmente, me ganaba $ 4000.oo que también me servían para los pasajes y otros gastos. Luego, me comentó que iba a nacer CASDA y que, si quería hacer el curso, lo hiciera y me aconsejó que si era disciplinada llegaría muy lejos en este mundo del juzgamiento”, comentó la segunda entre cuatro hermanas de la familia Largo Vanegas.

Dejando en fuera de lugar sus miedos y sacándole una tarjeta roja al machismo atávico, se enfrentó a su núcleo familiar para hacerle un gol a la incredulidad inicial de sus padres y de sus tres hermanos.

“Mi familia al principio fue muy reacia en que yo arbitrara, pero con el tiempo se dieron cuenta que esto me gustaba y que podía hacer historia en el fútbol desde el juzgamiento. Mi mamá me decía que eso era un oficio de los hombres, pero fue la que más me apoyó. Mi papá, al comienzo, le dio muy duro, pero me fue acompañando a los partidos y hoy por hoy me pregunta acerca algunas de las jugadas que suceden en el fútbol profesional y ya prácticamente el núcleo familiar se ha unido en torno al arbitraje”, expresa la hija de Alejandro, un empleado de mantenimiento en Zenú, y Lina María, una hacendosa ama de casa.

De eso han transcurrido 7 años y todavía lo sigue haciendo, siguiendo los pasos de de sus iconos en el juzgamiento como Wilmar Roldán o la internacional María Edilma García Porras. 

“María Edilma siempre nos da buenos consejos. Ella siempre está atenta a todas nosotras.  Esto de la virtualidad nos ha acercado mucho a ella, ya que, y como de muchos es conocido, María vive en los Estados Unidos. Por ello, siempre me miro en el espejo de ella y quiero llegar a instancias superiores y tener una escarapela FIFA, como ella lo obtuvo, para ello me preparo todos los días” manifiesta la joven nacida el 27 de diciembre de 1998 en Bello, Antioquia, pero criada en el barrio El Pesebre de la Comuna 12 de Medellín.

Así los chorros de tinta, la vocinglería en micrófonos radiales, la explosión de la imagen televisiva y últimamente las redes sociales han mostrado y siguen mostrando la figura del árbitro, muchas veces como el villano de la película del fútbol, pero también propendiendo por el juego limpio (Ver recuadro 3)

Recuadros

Roldán, árbitro récord

El amalfitano, nacido el 24 de enero de 1980, supo desde pequeño que su misión en el fútbol era el juzgamiento y quería hacer historia.

El premio Acord en tres ocasiones, como “Mejor Juez de Antioquia”, ha roto los récords sin despabilarse.

Hace poco el árbitro Wilmar Alexander Pérez llegó a su partido número 100 en la Copa Libertadores de América y se convirtió en silbante récord de designaciones en este certamen en deportivo.

Es el único juez que ha pitado 8 clásicos montañeros, entre los oncenos Atlético Nacional y Deportivo Independiente Medellín. 

Es también el único árbitro antioqueño en pitar dos mundiales de fútbol (Brasil 2014- Rusia 2018)

Roldán Pérez ha dirigido tres finales en la Libertadores. En 2012 dirigió el juego Corinthians Vs. Boca Juniors; en 2013, Atlético Mineiro Vs. Olimpia y en 2014 estuvo al frente de la final Nacional de Paraguay Vs. San Lorenzo.

Jueces FIFA paisas en Mundiales

Desde Omar hasta Wilmar Roldan Pérez son pocos los jueces antioqueños, que han estado en el equipo arbitral de una Copa del Mundo del Mundo.

Veamos la lista de árbitros FIFA de Antioquia que han ayudado a impartir justicia en la máxima cita orbital del balón.

Omar Delgado Piedrahita: nacido en Puerto Berrio, Antioquia, estuvo como juez central en el Mundial de Alemania 1974. Pitó el partido entre Yugoeslavia 9 Zaire 0. También fue asistente en dos partidos más: Alemania- Australia y Alemania - Países Bajos.

Armando Pérez Hoyos: Tristemente célebre por su secuestro en 1989 en Medellín para advertir que quien “pitara mal sería borrado", fue asistente en la final de Italia 1990 que enfrentó a Argentina y Alemania y que culminó con el tricampeonato de los teutones.

John Jairo Toro Rendón: Actuó como juez central en el partido Sudáfrica-Dinamarca en Francia 1998. El encuentro estuvo lleno de altibajos al punto de que se sacaron siete tarjetas amarillas y una roja. También fue asistente en el partido Corea del Sur- México.

Wilmar Roldán Pérez. Estuvo en Brasil 2014 en donde fungió como central en los partidos México 1 Camerún 0 y Corea del Sur 2 Argelia 4. Igualmente, en Rusia 2018, en donde pitó Túnez 1 Inglaterra 2 y Arabia Saudita 2 Egipto 1.

Tarjeta verde, por el juego limpio

Las tarjetas en el fútbol son una analogía del semáforo. Fueron inventadas por el inglés Ken Aston para detener la violencia. Solo le faltó la verde para completar la triada cromática, que salió del ingenio del periodista ACORD Antioquia y ex árbitro de fútbol, Roosevelt Castro Bohórquez. 

“El árbitro británico señaló que con el rojo detenía la violencia, con el amarillo estabas en alerta y solo le faltó la verde, con la que quiero premiar las buenas acciones de juego limpio e igualmente los comportamientos honestos y respetuosos que tengan los diferentes públicos del fútbol, en especial a los jugadores en Colombia, como ya lo viene haciendo en el fútbol de la Asociación del Fútbol Argentino, AFA, la Asociación Irlandesa de Fútbol,  la Real Federación Andaluza y la Comunidad Valenciana de Fútbol en España, e igualmente en países como México, Chile y Japón.  En este último país está consignado en un capítulo del “Libro de la Moral”, logro editorial y de lectura obligatoria para los estudiantes del ciclo de primaria y secundaria”, aclara el también llamado “Juez de los Valores”.

Del mismo modo, es una apuesta a la paz y la convivencia en el contexto del fútbol.

Así esta estrategia Fair Play sigue su senda como un “paz-aporte” de este asociado a la Asociación Colombiana de Entrenadores de Fútbol, Ascenfútbol, a la AIPS, al CIPA y especialmente a la Asociación Colombiana de Redactores Deportivos capítulo Antioquia, Acord-Antioquia.  Roosevelt es #Orgullosamente Acord.


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