domingo, 8 de julio de 2007

Chao, Chicho.

Por: Roosevelt Castro B.

Sucedió el pasado 27 de enero de 2007. Se iba uno de los históricos de nuestro fútbol: Mauricio Alberto Serna Valencia, más conocido en el mundo de la pelota como “el Chicho” Serna.

Mi memoria me trasladó, como una maquina del tiempo, a las finales de los torneos de la Liga de fútbol de Antioquia, en 1986. Sin visa, ni pasaporte abordé el avión de la imaginación y lo capturé en una fotografía para una revista llamada “Sólo..FÜTBOL AFICIONADO”, que orientaba periodísticamente. Ese instante llegó en fracciones de segundo viendo las finales de la categoría ascenso mayores, del equipo DISMAR orientado por Ramón “moncho” Valencia. Allí, en la antigua cancha Marte número 3, estaba “chicho” de escasos 18 años disputando los balones y ejerciendo el liderazgo del equipo “cervecero”, patrocinado por Víctor Márquez. Fue un instante para la posteridad, un momento capturado con una vieja Olimpus que me había prestado un vecino.

A la realidad me volvió mi madre que me preguntó: “mijo, ¿para dónde va?. Le contesté que iba a ver al mejor diez argentino de todas las épocas: Diego Maradona. Por supuesto no me creyó.

Con escasos dos mil pesos (un dólar) llegué al estadio Atanasio Girardot. El ingreso al máximo coliseo del fútbol de nuestra ciudad fue fácil. Con el carné de periodista miembro de la ACORD pude acceder. Sí, la agremiación periodística me permite ingresar cómodamente a cualquier escenario deportivo de nuestro país. Pensaba en los más de 45 mil sufridos hinchas que llenaron las tribunas para contribuir con su dinero a la Fundación Santiago Corazón, una obra social a la que estaba destinada la taquilla.

Llegué al estadio temprano para la jornada deportiva, con una acompañante de aventuras futbolísticas: mi cámara de vídeo. Los tramites para ingresar al gramado eran muy dispendiosos: tenía que haberlo hecho hace más de un mes antes, acreditarme ante los organizadores, hacerle el respectivo Lobbing al jefe de comunicaciones, ..en fin traer el incienso para quemarlos a los organizadores y los sahumerios para exorcizar los demonios de cuanto "lagarto" o "lambón" existiera para logar la tan anhelada credencial que me acreditara como trabajador de un medio de comunicación y poder ingresar a donde estaban los "dioses del balón".
- Tenes que poseer un permiso especial que te lo da Mario Múnera. Decía con firmeza y un poco de encanto, por el poder que poseía en ese instante, el comunicador del evento.

Me fui cual presuroso a buscar Mario Múnera, organizador del evento denominado "Día del fútbol Antioqueño". Lo busqué por todos los lados: en las cabinas de transmisión de los partidos, en los pasillos, en los baños públicos, en las tribunas, en las oficinas de la administración de estadio, pero nada. No aparecía el susodicho personaje. Ya casi me daba por vencido de la búsqueda tan enorme, muy similar a los operativos que montaron cuando se intentaron encontrar a Pablo Escobar, en la década anterior, cuando apareció un colega y me dijo que se encontraba en la improvisada sala de prensa que habían montado para mostrar las bondades del "nuevo estadio" luego de su reinauguración, en diciembre pasado.

Allá me "parché". Luego de un corto saludo le dije para qué lo necesitaba. Muy olímpico hizo una gambeta muy similar a la que realizó alguna vez el delantero colombiano Willington Ortiz, para desequilibrar al "pato" Fillol y convertir uno de los mejores goles colombianos en la Copa Libertadores de América para vencer al encopetado River Plate, hace ya más de 20 años. Me dijo que el autorizado era el jefe de comunicaciones.

Vuelvo a dónde el famoso comunicador para que me tramitara ese anhelado pasaporte. Repitió "eso lo autoriza Mario Múnera". Me sentí como jubilado haciendo los tramites para que le den su pensión, que luchó con tanto ahínco pero que no se la dan por la maldita burocracia estatal. Un poco enojado, poco común en mí, me dirigí, de nuevo, en la búsqueda de mencionado "dueño del espectáculo".

...Continuará








1 comentario:

Anónimo dijo...

Chicho se ganó los créditos como si fuera cual filantropo, sabiendo que cobró una millonada aquella vez, porque dizquer era su despedida. Maradona se vino con una recua de amigos desde su tierra y todo se pagó de la misma plata. Don Mario Munera realiza la buena obra sin animo de lucro, y el credito se lo lleva el chicho que cobró una gran tajada por estar alli... ay chicho... sos un HP