Víctor Hugo Aristizábal Posada despertó a la vida y al fútbol, un 9 de diciembre de 1971, en el barrio Belén, en el sur occidente de Medellín. Belén, una suerte de pueblo pequeño con grandes mangas, tiendas de abarrotes y cantinas con billares, dentro de la gran metrópoli antioqueña, le servia como “patria chica” al pequeño párvulo sediento de gloria.
El hijo de Leonel Eudoro y de María Elena y el tercero de la familia Aristizábal Posada, era un inquieto muchacho con ansias de triunfar. Sus amiguitos de la escuela Jacklyn Kennedy, viendo sus virtudes y su olfato goleador, lo empezaron a invitar a jugar en los “desafíos” barriales. No tardó en destacarse no solo por sus anotaciones con sabor a barro o a arenilla, sino por su generosa nariz, razón por la cual sus compañeros lo empezaron a llamar “Pinocho”.
Esa “Goma” por jugar a la pelota lo lleva a las canchas de Campo Amor, a pedir la oportunidad de jugar en los equipos de Asesorias Hernando Díaz, en los torneos de la liga Antioqueña de fútbol. Jugó en las categorías cuarta y tercera.
Por recomendación de Hernando Díaz, su primer técnico en el fútbol, llega a la selección prejuvenil de Antioquia, orientada por Juan José Peláez. Es el año de 1985 cuando “Aristi” se enfunda la primera camiseta blanca y verde de las 8 selecciones paisas en las que participaría y en las cuales anotaría 25 goles.
En ese mismo año de su debut con la camiseta de Antioquia y en el mes de marzo muere su padre que, con la venta de chance, mantenía a su familia compuesta por su madre, dos hermanas, un hermano, y Víctor Hugo.
No hubo otra alternativa que abandonar sus estudios de tercero de bachillerato, en el Octavio Harry y ponerse a trabajar vendiendo chance, moliendo arepas o voceando el periódico del día, en Belén Rincón, pues le daba pena con sus amiguitos del barrio que lo vieran vendiendo la prensa diaria
Insiste con e fútbol. Pasa a los equipos del Colegio Antonio Nariño donde convierte más de 70 goles en las redes contrarias.
Más tarde, en 1989, llega al cuadro Atlético Nacional y de la mano de Nelson Gallego empieza a fundamentarse como gran goleador. Su debut con el cuadro verde no se hizo esperar: el 2 de agosto de 1990 pisa el gramado del Atanasio Girardot como profesional del balón, enfrentando al Deportivo Pereira.
Su primer gol se lo hizo al portero Lisandro Abello, del Sporting de Barranquilla, un 23 de agosto de 1990, en la portería norte del “coloso de la 74”. A los 16 minutos de iniciado el partido, Víctor Hugo se escapa por la punta derecha y con balón cruzado vence la resistencia costeña.
De eso han transcurrido 16 años y todavía lo sigue haciendo, con un record difícil de igualar para goleador colombiano: más de 333 goles, en los diferentes equipos en los que ha militado.
Sus hermanos Carlos Albero, Angelina y Sandra ó su madre María Elena siguen viendo en Víctor Hugo ese ser humano preocupado por el mejor estar de su familia y al mismo tiempo celebrando todas y cada una de las anotaciones que ha realizado con el cuadro verde de Antioquia, que ya suman más 190.
Además, las alegrías entregadas al pueblo colombiano con nuestra selección que llegan a 19 dianas, incluyendo las 6 que marcó en la Copa América del 2001 y que lo erigieron como el máximo anotador del combinado nacional, en ese torneo.
Así mismo, quién no recordará ese “escorpión” contra Chile en un partido amistoso con Colombia, cuando estaba recién casado con Catalina Echavarriaga Lopera, en 1994.
De igual manera, a alguien se le olvidó los 33 gritos de gol de los fanáticos del Sao Paulo, en las temporadas 96/98. O las 31 anotaciones con el Victoria Guimares en el 2002. O las 28 con el Cruzeiro de Porto Alegre, en el 2003.
Igualmente, como no rememorar los 12 goles con el Coritiba ó los 5 con el equipo del rey Pelé, el Santos. Además, las 15 dianas que convirtió este romperedes antioqueño, cuando se encontraba defendiendo los colores del Deportivo Cali, en le 2001.
Una de las máximas frustraciones que tiene “Aristigol” es que en su debut internacional, jugando para el Valencia de España, en 1994, no pudo marcar en los arcos contrarios. Pero eso no lo amilanó
Es que ni a Emilio, su último hijo, se le podrá olvidar de la memoria esas grandes gestas de su padre, porque de manera permanente se las estarán recordando, por más de 300 veces, sus hermanitas Maria Camila ó Juanita.
Víctor Hugo Aristizábal Posada es Sinónimo de gol y sus goles son vida.
El hijo de Leonel Eudoro y de María Elena y el tercero de la familia Aristizábal Posada, era un inquieto muchacho con ansias de triunfar. Sus amiguitos de la escuela Jacklyn Kennedy, viendo sus virtudes y su olfato goleador, lo empezaron a invitar a jugar en los “desafíos” barriales. No tardó en destacarse no solo por sus anotaciones con sabor a barro o a arenilla, sino por su generosa nariz, razón por la cual sus compañeros lo empezaron a llamar “Pinocho”.
Esa “Goma” por jugar a la pelota lo lleva a las canchas de Campo Amor, a pedir la oportunidad de jugar en los equipos de Asesorias Hernando Díaz, en los torneos de la liga Antioqueña de fútbol. Jugó en las categorías cuarta y tercera.
Por recomendación de Hernando Díaz, su primer técnico en el fútbol, llega a la selección prejuvenil de Antioquia, orientada por Juan José Peláez. Es el año de 1985 cuando “Aristi” se enfunda la primera camiseta blanca y verde de las 8 selecciones paisas en las que participaría y en las cuales anotaría 25 goles.
En ese mismo año de su debut con la camiseta de Antioquia y en el mes de marzo muere su padre que, con la venta de chance, mantenía a su familia compuesta por su madre, dos hermanas, un hermano, y Víctor Hugo.
No hubo otra alternativa que abandonar sus estudios de tercero de bachillerato, en el Octavio Harry y ponerse a trabajar vendiendo chance, moliendo arepas o voceando el periódico del día, en Belén Rincón, pues le daba pena con sus amiguitos del barrio que lo vieran vendiendo la prensa diaria
Insiste con e fútbol. Pasa a los equipos del Colegio Antonio Nariño donde convierte más de 70 goles en las redes contrarias.
Más tarde, en 1989, llega al cuadro Atlético Nacional y de la mano de Nelson Gallego empieza a fundamentarse como gran goleador. Su debut con el cuadro verde no se hizo esperar: el 2 de agosto de 1990 pisa el gramado del Atanasio Girardot como profesional del balón, enfrentando al Deportivo Pereira.
Su primer gol se lo hizo al portero Lisandro Abello, del Sporting de Barranquilla, un 23 de agosto de 1990, en la portería norte del “coloso de la 74”. A los 16 minutos de iniciado el partido, Víctor Hugo se escapa por la punta derecha y con balón cruzado vence la resistencia costeña.
De eso han transcurrido 16 años y todavía lo sigue haciendo, con un record difícil de igualar para goleador colombiano: más de 333 goles, en los diferentes equipos en los que ha militado.
Sus hermanos Carlos Albero, Angelina y Sandra ó su madre María Elena siguen viendo en Víctor Hugo ese ser humano preocupado por el mejor estar de su familia y al mismo tiempo celebrando todas y cada una de las anotaciones que ha realizado con el cuadro verde de Antioquia, que ya suman más 190.
Además, las alegrías entregadas al pueblo colombiano con nuestra selección que llegan a 19 dianas, incluyendo las 6 que marcó en la Copa América del 2001 y que lo erigieron como el máximo anotador del combinado nacional, en ese torneo.
Así mismo, quién no recordará ese “escorpión” contra Chile en un partido amistoso con Colombia, cuando estaba recién casado con Catalina Echavarriaga Lopera, en 1994.
De igual manera, a alguien se le olvidó los 33 gritos de gol de los fanáticos del Sao Paulo, en las temporadas 96/98. O las 31 anotaciones con el Victoria Guimares en el 2002. O las 28 con el Cruzeiro de Porto Alegre, en el 2003.
Igualmente, como no rememorar los 12 goles con el Coritiba ó los 5 con el equipo del rey Pelé, el Santos. Además, las 15 dianas que convirtió este romperedes antioqueño, cuando se encontraba defendiendo los colores del Deportivo Cali, en le 2001.
Una de las máximas frustraciones que tiene “Aristigol” es que en su debut internacional, jugando para el Valencia de España, en 1994, no pudo marcar en los arcos contrarios. Pero eso no lo amilanó
Es que ni a Emilio, su último hijo, se le podrá olvidar de la memoria esas grandes gestas de su padre, porque de manera permanente se las estarán recordando, por más de 300 veces, sus hermanitas Maria Camila ó Juanita.
Víctor Hugo Aristizábal Posada es Sinónimo de gol y sus goles son vida.
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