sábado, 11 de noviembre de 2017

Roldán, un juez de pasiones


Por: Roosevelt Castro B.
Su primer partido no fue noticia en ningún noticiero o periódico, solo  un reto con su profesora María Patricia Restrepo Rodas, en la Escuela Urbana de Varones de Remedios. Ella sancionó un penalti. Él, quien jugaba como portero,  le dijo que no fue. Ella replicó preguntándole que si era árbitro de fútbol. Él le dijo que sí y con un caja de chicles de menta y  un envoltura de un Bon bon bum empezó a darle rienda a su sueño arbitral. 
Así,  desde los 12 años, el amalfitano  Wilmar Alexander Roldán Pérez empezó a acumular decibeles de gritos de hinchas  furiosos que le recuerdan a su ser querido.
Su primer clásico
La cita con el juzgamiento futbolístico ya estaba pactada. Los tiquetes aéreos no le llegaron.  Cuatro días antes le habían anunciado que  sería el juez central en un clásico antioqueño entre Verdes y Rojos, acordado para el sábado 23 de febrero de 2008.  Era su primera vez como árbitro entre los archirrivales paisas.
Un mes antes había cumplido los 28 años de edad y cinco como central al servicio de la División Mayor del Fútbol Colombiano, Dimayor. El llamado “Castrilli del Nordeste Antioqueño” estrenaba su gafete  FIFA.  
Los fieles escuderos en esta cita con el odio y la vocinglería fueron Wilson Berrio y Daniel Pérez, ambos de las Fuerzas Armadas. Quizás blindándolo de los madrazos y los insultos en que prorrumpían los más de los 30.055 hinchas que asistieron al Estadio Atanasio Girardot, en la noche fría sabatina.
Los rivales de plaza llegaban a su juego  número 251 desde que iniciaron este duelo del Rentado Colombiano a finales de 1948, en la Cancha de San Fernando, bajo la conducción arbitral de Guillermo Acuña. 
Dice  Eduardo  Galeano, en su libro “Fútbol a Sol y Sombra”, que el árbitro es arbitrario es decir caprichoso. De igual forma asevera el escritor y periodista uruguayo que: “los perdedores pierden por el él y los ganadores triunfan a pesar de él”. 
Así lo pensaron los hinchas del Atlético Nacional y el Deportivo Independiente Medellín, cuando se enteraron que para su choque futbolístico lo pitaría el hijo de Luz Amparo.

Al Derby paisa había llegado sin tanta ansiedad y noches de insomnio  como los tuvo cuando debutó como profesional del pito. Fue un día 16 de febrero de  2003, cuando le anunciaron que pitaría su primer encuentro como profesional, en un partido entre Millonarios y Caldas, en Bogotá. Un lacónico cero a cero selló en el marcador final del partido. Wilmar, lo asumió con la misma humildad como digiere sus alimentos, en especial las sopas de verduras que les prepara su hermana Sandra, una acuciosa trabajadora de las confecciones, en Leonisa. Claro está que se la pasó casi tres días desvelado, por culpa de tan tremenda responsabilidad. Además, fue un partido de bienvenida y de despedida. Sí, ese día Wilmar recibía la alternativa y su escarapela de Juez Dimayor  y se despedía un histórico del pito antioqueño y colombiano: Jorge Luís Arango Cardona, como asistente arbitral.
8.15 p.m., horario atípico para el encuentro futbolero. La terna arbitral comandada por el Tecnólogo en Educación Física  del Politécnico Jaime Isaza Cadavid salió al terreno de juego del “Coloso de la 74” sin hinchas, ni dolientes, quizás su querida madre lo acompañó en sus oraciones a la Virgen de los Remedios, patrona de su  pueblo.
Un camerino estrecho y maloliente los separaba de tremenda misión. La bulla  y los insultantes gritos no lo amilanaron.  El sonido gangoso del speaker del Estadio anunciaba las alineaciones del partido, en cumplimento de la quinta fecha de Liga Mustang I-2008.
“Atlético Nacional saltará al Atanasio Girardot con David Ospina en la portería; cuarteto posterior con Camilo Zúñiga, Humberto Mendoza, Walter Moreno y Estiven Vélez; medio campo para José Amaya, Diego Toro, Víctor Ibarbo y David Córdoba. Adelante  estarán  Camelo Valencia y Sergio Galván Rey”, anunciaba Carlos Gilberto Giraldo, periodista deportivo y speaker del Atanasio.
Cada jugador era coreado por la recalcitrante barra de Los Sureños, quienes no pudieron asistir con la parafernalia festiva que cada fecha y cada fin de semana para animar al equipo y amilanar al contrario y a los jueces.   “Son los hinchas en el manicomio”, como lo expresa el escritor Charrúa Eduardo Galeano.
Los Verdolagas, orientados por el argentino Óscar Héctor Quintabani, fungían como dobles campeones en la temporada anterior y llegaban  en una posición incómoda en la tabla: ocupaban la casilla 14 con 3 puntos producto de una victoria en cuatro salidas.
Por su parte, los Escarlatas, dirigidos por Juan José Peláez Naranjo,  venían invictos con 12 puntos y cuatro partidos ganados. El once inicial del Medellín lo conformó el uruguayo Aldo Bobadilla en la portería; Elkin Calle, Andrés Ortiz, Bélmer Aguilar, Jamell Ramos en la defensa; Juan Esteban Ortiz, Danilson Córdoba, Jaime Castillón y Omar Pérez, en el medio campo; y  Ayron del Valle y Jackson Martínez en la delantera.
Un ritual similar hacían los hinchas  de la Rexixtenxia Norte quienes llevaron los trapos, las banderas y la murga para animar a sus ídolos  rojos.
Luego de los himnos de Colombia y Antioquia  se dio inicio al primero de los ocho clásicos montañeros que ha dirigido Roldan Pérez, en el fútbol profesional colombiano.
El roce, el choque y el fragor  del partido unidos a la ardentía en la disputa del balón  descomponen a los hinchas  que insultan al central para que piten las faltas a favor del equipo de sus amores.
Mendoza, Vélez, Amaya y Toro, por Nacional y Ramos, Juan Esteban Ortiz, Córdoba, Pérez,  del Valle y Martínez por el DIM, recibieron el cartón amarillo que los obligó al arrepentimiento y Walter Moreno es condenado con el rojo.
Un disparo de media distancia del apartadoseño Camilo Zúñiga, en el minuto 84, vulneró la red del Uruguayo Bobadilla  y puso a ganar por partida doble al  cuadro Verde: los tres puntos disputados y los cerca de 334 millones en la taquilla. 
El orgasmo del fútbol cubrió de éxtasis la fanaticada nacionalista, que no se cansó de seguir gritando “FIFA HP “ al gestor formativo de la acción  “Deporte y Convivencia”, del Inder-Medellín.
Parece paradójico que un árbitro asuma el roll para pacificar aficionados al fútbol,  en las charlas  de sensibilización que realiza en los colegios y escuelas de Medellín, en lo que antes se llamó “Hinchas por la paz”  cuando en las tribunas atestadas de los mismos anónimos estudiantes  se convierten en fanáticos  que  rugen  y  lo llenan de improperios.
La inteligencia emocional le ha servido como fórmula secreta al juez antioqueño y presidente de la Corporación Arbitral Social y Deportiva de Antioquia, CASDA,  para “desconectarse” de tanto insulto. “Tenemos que tener la mamá de caucho, para que reboten los insultos”, comenta jocosamente el esposo amoroso de Lorena Fernández y padre de Mariana.
Luego de casi una década y media en esta profesión y con más de 140 partidos al servicio de la Dimayor, el habitante del barrio Guayabal, en Medellín,  recuerda como en el torneo promocional de la Primera B del 2006, su arbitraje se convirtió en problema de orden público. Las pasiones desaforadas de los hinchas locales del Tulúa las emprendieron contra la terna al verse impotentes de no poder llegar a la final del torneo, ya que habían perdido con Valledupar y un empate en Tulúa sentenció al local, no poder acceder la disputa del ascenso a la máxima categoría. 
Es que desde hace rato el polideportivo y bachiller del colegio Ignacio Yépez Yépez, de Remedios, Antioquia,  viene haciendo un arbitraje de gran altura y  de mucho peso; no sólo por su 1.90 de estatura,  ni por sus  82 kilos, sino por sus buenas calificaciones a la hora de acometer la dura tarea del manejo del pito y las tarjetas.
“Ganamos güevón, así esa gonorsofia de Roldán nos haya expulsado a Moreno”, dijo Sebastián Sánchez, estudiante de la Institución Fe y Alegría de Manrique y habitante del barrio La Cima un sureño. Sánchez,  agitando una bandera verde y blanca y portando una camiseta con la imagen de Andrés Escobar, un eximio jugador  del verde asesinado vilmente el 2 de julio  de 2004, celebró la “parada en seco” que le dio el equipo de sus amores a su rival de plaza.
El debut  como FIFA de Roldán Pérez fue auspicioso, a pesar de no contar con la sintonía, en la pantalla chica, de la hincha más fiel: su madre, todo porque el partido fue transmitido por señal cerrada. Doña Luz, una mujer novelera, no porque se entrometiera en los hogares ajenos, sino porque le gustaban las telenovelas, anhelaba que alguno de sus hijos o hijas protagonizaran alguna ó saliera en la televisión.  Con las frecuentes salidas, ahora doña Luz Amparo saca pecho y le envía sus bendiciones.
Mientras Roldán terminaba sus menesteres arbitrales, el planeta recibía noticias como la renuncia de Fidel Castro a la presidencia de Cuba luego de 49 años en el poder. De igual forma, el deporte colombiano de los clavados celebraba la clasificación a los Juegos Olímpicos de los saltadores paisas Diana Isabel  Pineda Zuleta, Juan Guillermo Urán Salazar y por primera vez  para Víctor Hugo Ortega Serna. Del mismo modo,  el país político se informaba de la muerte del ex líder guerrillero  y ex militante del EPL, Bernardo Gutiérrez,  en Roma, víctima de un cáncer.  

 …  y el mundo, como un balón de fútbol,  seguirá rodando sin tiempo para detenerse. 

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