viernes, 20 de abril de 2007

VÍCTOR MARULANADA: Un presidente con corazón verdolaga

VICTOR MARULANDA: Un presidente con corazón verdolaga

Por: Roosevelt Castro B.
Director HISTORIAS A LA REDONDA

Decía el sociólogo alemán Carlos Marx que “quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”. Víctor Hugo Marulanda Velásquez sí conoce su historia.

Cuando el 22 de diciembre de 1968 se unieron en matrimonio el ingeniero químico Bernardo y Cecilia, lejos imaginarían que su hijo Víctor Hugo, el segundo entre cuatro hermanos, cumpliera el sueño de su padre: llegar al fútbol por la puerta grande.

Sí, Marulanda Velásquez ha realizado parte de su sueño futbolístico: convertirse en presidente del cuadro Atlético Nacional y para llegar a tan alta jerarquía tuvo que pasar las verdes y las maduras, capacitarse y sobre todo justipreciar la gratitud como valor importante para su vida.

Víctor Hugo Marulanda Velásquez nace para el fútbol y para la vida en Medellín. Cuando el reloj marcaba las 9 y 30 de la noche, de un 3 de febrero de 1971, en la clínica León XIII, nace la segunda alegría de la familia Marulanda Velásquez. El primogénito había sido Vladimiro, un exitoso hombre de empresas y acompañante de Víctor Hugo en las grandes gestas futbolísticas barriales.

Su nombre también es una herencia. Sus padres el colocan el nombre de Víctor Hugo en homenaje al escritor del romanticismo francés del siglo XIX. Igualmente, el significado de sus nombres es una combinación latina y germánica. Víctor de origen latino significa “El Vencedor” y Hugo, germánico, que quiere decir “La Inteligencia”.

Víctor Hugo transpira verde por los poros. Desde sus inicios con la pelota en los barrios Simón Bolívar o Belén Villa de Aburrá, al occidente de Medellín, Víctor Hugo se ha enfundado, y con orgullo, la camiseta verde del Nacional. No olvida sus inicios en los desafíos y partidos en las mangas del estadio ó en la finca familiar, lugares donde lo llevaba su padre a practicar el deporte de sus amores.

El fútbol viene de otra herencia esta vez paterna, ya que Bernardo Marulanda, su padre, jugó como marcador de punta, en los seleccionados antioqueños al mando del uruguayo José Saule Cuadros, en 1962.

Desde 1974, en la guardería “La Casa del Niño” empieza a “balbucear” con la pelota. Más adelante, en el Colegio Latino comienza a realizar sus primeras letras y hacer su ABC Humanístico; pero es en 1978, y cuando ingresa a la Universidad Pontificia Bolivariana, donde aprende sus primeras letras tanto estudiantiles como futbolísticas. Son Arturo Gómez y Héctor García los que le empiezan ha inculcar ese amor por la redonda, que aún no termina.

Más adelante, en 1982 ingresa al fútbol federado en la cuarta categoría de la Universidad Pontificia Bolivariana, dirigida por un hombre que le cambiaría su vida: Alberto Escobar Acevedo.
“Don Alberto”, como se le conocía a este bonachón profesor de biológicas de ese centro educativo, empieza a pulirle y fortalecerle sus virtudes futbolísticas y humanísticas.

Marulanda Velásquez evoca su paso por la UPB en calidad de estudiante y recuerda con cariño como “Don Alberto” evaluaba su curso, donde un triciclo eran tres ceros, un buñuelo era un cero o una bicicleta eran dos ceros.

No tardó en destacarse en las canchas del balompié aficionado de nuestro departamento y por eso, en 1986, es llamado por Juan José Peláez, para hacer parte de la selección Antioquia prejuvenil de fútbol.

Ese mismo año, el técnico argentino Daniel Silguero lo llama para enfundarse la camiseta de nuestro país, por primera vez. Perú es su primera salida internacional con el combinado nacional.

En 1987 sufre una frustración en su vida: no pudo graduarse como bachiller de la Universidad Pontificia Bolivariana, colegio al que le aportó muchas glorias en lo deportivo. La culminación de sus estudios secundarios la realiza en la nocturna del colegio San Ignacio, en 1988.

Su buen desempeño en los seleccionados colombianos y antioqueños y un “hombre en la sombra” como lo ha sido su padre, que lo ha fortalecido de manera permanente, le sirvieron para llegar al club Atlético Nacional, en ese mismo año.

Además, en ese mismo año participa con gran éxito del seleccionado colombiano en territorio argentino, obteniendo un significativo e importante segundo puesto detrás del campeón Argentina, en el torneo “Juventudes de América”.

En 1988, y para completar su buen año deportivo, en la final del torneo nacional juvenil y en partido memorable para los seleccionados antioqueños, Víctor Hugo convierte el gol más significativo de su vida: de un soberbio cabezazo vence al portero bogotano Freddy Villarraga y Antioquia es nuevamente campeón del fútbol nacional.

En 1989, sufre los contrastes de la vida: las tristezas y las alegrías. En ese año y en el Mundial Juvenil de Arabia Saudita, el seleccionado nacional no puede reeditar lo realizado en territorio argentino y nos venimos de las tierras del Medio Oriente con “más pena que gloria”.

Otra tristeza padece ese año. Bernardo Marulanda, su padre, sufre un atentado por robarle el carro.

Pero como diría Rubén Blades: “la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Es ese año debuta como profesional del fútbol, en un partido contra el Deportes Tolima, en Ibagué. Y no sólo ello acontece en su vida: en ese mismo partido convierte su primer gol en el balompié profesional de nuestro país.

Las oportunidades para afianzarse en la titular del cuadro verde de Antioquia se le abren a Víctor Hugo por la convocatoria de Andrés Escobar a la selección Colombia.

Ya para 1992, es casi dueño del puesto y es convocado por Hernán Darío “el Bolillo” Gómez para hacer parte del combinado nacional en los juegos olímpicos de Barcelona.

Son casi 8 temporadas con el Club Atlético Nacional y donde contribuye a los títulos de 1991 y de 1994, de los verdes de Antioquia.

En 1996, se va por un semestre para el cuadro Deportivo Pereira, logrando la capitanía del cuadro Matecaña.

Su buen desempeño lo lleva a un país que ya conocía: Perú. Es el año de 1997 cuando llega al Alianza Lima, bajo la orientación de Jorge Luís Pinto. Con el “cuadro Intimo” logran un titulo esquivo para sus hinchas por muchos años.

La salida del zaguero Ivan Ramiro Córdoba para San Lorenzo de Almagro le da la posibilidad de regresar al cuadro de sus amores, por pedido de Gabriel Jaime “Barrabas” Gómez.

Es el año de 1999 cuando Víctor Hugo regresa al Club Atlético Nacional y contribuye para que el cuadro verde se corone como campeón del fútbol rentado profesional de nuestro país, por tercera vez en la década de los 90.

Una lesión en la espalda, que arrastra de tiempo atrás, lo obliga a retirarse del balompié en el 2000, pero paralelo a su vida deportiva realiza sus estudios superiores que lo llevan a graduarse como Ingeniero Industrial, en la Universidad Autónoma Latinoamericana.

Su desarrollo humanístico va en ascenso. Ese mismo año, una vacante se presenta en el Club Atlético Nacional como gerente deportivo y Víctor Hugo es llamado para cubrirla. Es el doctor Hernán Cadavid Gónima que le hace la convocatoria a Marulanda Velásquez y que él acepta sin titubeos.

En las finales del fútbol profesional del 2002 conoce a una persona que le cambia la vida: Natalia Arango Isaza. Seis meses después, un 21 de junio de 2003, en la iglesia Santa María de Los Ángeles, es cuando Víctor Hugo dice “si acepto” y se une en vínculo matrimonial con Natalia.

Al año siguiente termina su especialización en administración deportiva en la Universidad de Antioquia.

La gerencia deportiva del cuadro de sus amores da buenos frutos. Dos subcampeonatos en el 2004 y como dicen por ahí “la tercera es la vencida”, en el primer semestre del 2005, el Club Atlético Nacional se corona por octava ocasión como campeón del fútbol profesional colombiano.

Una nómina con grandes estrellas deleitan de buen fútbol a los seguidores del cuadro Atlético Nacional en todo el país, donde su tocayo Víctor Hugo Aristizábal se convierte en el hombre gol del fútbol colombiano al sobrepasar la barrera de las 300 anotaciones, cifra no conseguida por goleador alguno en el rentado patrio.

El 2006 se convierte en un año de máximos regocijos y bendiciones para Víctor Hugo. El 17 de junio nace su primogénita Valentina, su máxima alegría y la de su esposa Natalia. Además, a finales de ese año es nombrado en propiedad como presidente del cuadro verde de Antioquia.

En el Auditorio de la Salud del Hospital General de Medellín, el pasado primero de marzo de 2007, Víctor Hugo recibe el reconocimiento a todos sus esfuerzos: es premiado por la Asociación Colombiana de Redactores Deportivos, capítulo Antioquia (ACORD-Antioquia). La agremiación periodística lo premia como “Mejor dirigente del deporte profesional” de nuestro departamento, para orgullo de sus padres y de sus hermanos Vladimiro, Adriana y Bernardo Jr. Así mismo, es reconocido el Club Atlético Nacional como el “mejor club profesional” de Antioquia, por parte de la misma ACORD.

El hijo de Bernardo y cecilia., el segundo de la familia Marulanda Velásquez se sigue capacitando. Sigue soñando con un mundo mejor a través de un balón de fútbol. Encuentra en la gratitud el valor de vivir. Es un constructor de espacios para la convivencia, para el respeto, para el amor con la redonda.

Víctor Hugo Marulanda Velásquez siempre va en defensa del amor, de la vida,….de la gratitud.

1 comentario:

TatyRa dijo...

HAY QUE APOYAR AL EQUIPO.. ESTAR PRESENTE EN LAS BUENAS Y EN LAS MALAS.... Y APOYAR A MARULANDA... QUIEN SIEMPRE SE HA DEDICADO POR COMPLETO AL EQUIPO!!!